movilidad, que revelan proyectos vitales,
formas de resistencia y capacidad de
negociación en contextos adversos. En este
sentido, el análisis de la migración infantil
requiere considerar simultáneamente las rutas
que recorren, las normas que los regulan y las
narrativas que los definen, así como las
tensiones que emergen entre los derechos de
la infancia y los regímenes migratorios que,
en la práctica, limitan su ejercicio.
de la niñez (Ceriani Cernadas, García y
Gómez Salas, 2014; 2016; Musalo, Ceriani
Cernadas y Frydman, 2015).
Una segunda línea enfatiza el giro securitario
de las políticas migratorias, mostrando cómo
la niñez migrante se ve atrapada entre
regímenes de control de fronteras, detención
y
deportación, criminalización de la
movilidad y externalización del asilo, incluso
cuando el discurso oficial habla de
protección, como se ha documentado para el
caso mexicano y centroamericano en estudios
jurídicos y sociojurídicos sobre niñez
detenida y sobre políticas de contención en
tránsito (Sandoval Forero, Román Reyes, y
González Becerril, 2015; Ortega Velázquez,
2019; Vallandro do Valle, 2024).
Al hablar de migración infantil “desde la
tutela y el control” me refiero a dos registros
que se entrecruzan en la forma en que el
Estado, las organizaciones internacionales y
las ONG se relacionan con niñas, niños y
adolescentes en movilidad. Por un lado, la
tutela remite al entramado de discursos y
dispositivos que presentan a la infancia
migrante como sujeto de protección,
asociándola a categorías como “niñez en
riesgo”, “niñez no acompañada” o “niñez
víctima de trata”, y activando lenguajes de
derechos, cuidado y asistencia. Por otro lado,
el control alude a las formas específicas en
que esa misma niñez es objeto de políticas
migratorias, lógicas de seguridad y gestión de
flujos, que incluyen detención, deportación,
clasificación administrativa y dispositivos de
contención fronteriza. Ambas lógicas no
operan separadas: se superponen y, con
frecuencia, la retórica de la protección
infantil funciona como justificación de
medidas de control sobre la movilidad.
Una tercera línea, más reciente, busca
articular estos dos registros incorporando la
agencia infantil y la vida cotidiana,
analizando cómo las infancias migrantes
negocian, se apropian o resisten estos
dispositivos de tutela y control en el hogar, la
escuela, el barrio o en las rutas de tránsito.
Aquí se inscriben los trabajos de Iskra Pavez-
Soto sobre significados de “ser niña y niño
migrante”, violencias y resistencias en Chile,
los estados del arte y estudios escolares
coordinados por Carolina Stefoni, así como
las propuestas de Soledad Álvarez-Velasco y
Valentina Glockner Fagetti sobre NNA
migrantes como productores de espacio en el
corredor andino–centroamericano–mexicano
En el plano latinoamericano e internacional,
los estudios sobre migración infantil
tendieron a organizarse precisamente en
torno a estas dos lógicas. Una primera línea
ha privilegiado el enfoque de protección y
derechos, destacando la vulnerabilidad
específica de niñas, niños y adolescentes en
contextos de movilidad, sus necesidades de
cuidado, refugio y asilo, y las obligaciones de
los Estados de garantizar el interés superior
(Pavez-Soto, 2013; Stefoni, Stang
Riedemann, 2016; Álvarez-Velasco
Glockner Fagetti, 2018).
y
y
En este panorama, la obra de Valentina
Glockner Fagetti se sitúa en el cruce de estas
discusiones, pero introduce desplazamientos
importantes. Comparte con los enfoques de
derechos la preocupación por las violencias
estructurales y las obligaciones estatales, y
93
ISSN 2074-0700 / e-ISSN 2788-8452