Juventud rural y futuros posibles. Inclusión
social, transiciones y expectativas de la
juventud de Tiraque1 (Cochabamba)
Rural youth and possible futures. Social
inclusion, transitions and expectations of the
youth of Tiraque (Cochabamba)
Nelson Antequera Durán(*)
Reseña bibliográfica
(*) Nelson Antequera Durán es de nacionalidad Boliviano, Doctor en Antropología por el
Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Actualmente es docente e
investigador de la Universidad Católica Boliviana San Pablo, de la Sede Cochabamba.
ORCID: 0009000396045464.
Correo electrónico: nelsonantequera@gmail.com
Recibido: 15.09.2024 Revisado: 22.11.2024 Aceptado: 4.12.2024
1 La ponencia se basa en los resultados del Estudio sobre “Inclusión y exclusión social entre los jóvenes de Tiraque” realizado
en el marco del Sub Proyecto 1 ejecutado por el equipo de investigación de la Universidad Católica Boliviana San Pablo, Sede
Cochabamba.
ISSN 20740700 / eISSN 27888452
ConSciencias Sociales, 16(31): 09 24, diciembre 2024
ISSN 20740700 / eISSN 27888452
https://doi.org/10.35319/consciencias.202431154
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ANTEQUERA DURÁN, Nelson (2024). “Juventud rural y futuros posibles. Inclusión
social, transiciones y expectativas de la juventud de Tiraque (Cochabamba)”. Con
sciencias Sociales, AÑO 16 – N° 31 – diciembre 2024 pp. 0924. Universidad Católica
Boliviana “San Pablo”, Sede Cochabamba.
CON ciencias Sociales
Resumen
El artículo presenta parte de los resultados de
la investigación “Inclusión y exclusión social
de los jóvenes en Tiraque”. El objetivo es
analizar cuáles son los factores familiares,
educativos y comunitarios que determinan
los futuros posibles de los y las jóvenes en
esta región. Los datos muestran que tanto las
familias como los jóvenes tienen altas
expectativas respecto a la educación
secundaria. Sin embargo, una vez terminada
esta etapa de estudios, las transiciones
familiares y laborales son muy bruscas. No
encuentran oportunidades reales para seguir
estudiando. En cuanto a sus aspiraciones
vocacionales, la gran mayoría aspira a ser
profesional o tienen la expectativa de estudiar
algún oficio técnico. Entre las profesiones
destacan los estudios relacionados con
ciencias de la salud, policía o militar y ser
maestro. Con la finalidad de estudiar o
trabajar, las y los jóvenes tienen la
expectativa a migrar fuera de la comunidad,
a otras ciudades del país e incluso a otros
países. La migración es un fenómeno muy
común entre las familias de Tiraque y se
constituye en la opción más viable en el corto
plazo para la juventud. Existe una disonancia
entre las expectativas y las trayectorias a las
que conducen las trayectorias en las
juventudes rurales. En el medio rural las y los
jóvenes carecen de oportunidades y de
posibilidades de elección sobre sus destinos.
Palabras clave: Bolivia, Tiraque, juventud
rural, inclusión social, migración
Abstract.
This article presents part of the findings from
the research project "Inclusion and
Social Exclusion of Young People in
Tiraque." The study aims to analyse the
family, educational, and community factors
that shape the potential futures of young
people in this rural context. The data reveals
that both families and young people hold
high expectations regarding secondary
education. However, once this educational
stage is completed, transitions to family life
and work are often abrupt, as young people
face limited opportunities to continue their
studies. Despite these challenges, most young
people aspire to become professionals or
pursue technical trades. Among their
preferred career paths, health sciences, law
enforcement or military service, and teaching
stand out. To pursue these aspirations, many
young people anticipate the need to migrate,
either to urban centres within Bolivia or
abroad. Migration is a common and deeply
rooted phenomenon among families in
Tiraque, often seen as the most viable short
term strategy for young people seeking to
study or work. The article highlights a
notable dissonance between the high
expectations for education and career
prospects and the limited trajectories
available to rural youth. In rural areas like
Tiraque, young people face significant
constraints in their opportunities and choices,
underscoring the precariousness of their
pathways toward achieving their aspirations.
Keywords: Bolivia, Tiraque, rural youth,
social inclusion, migration
Resumo
O artigo apresenta parte dos resultados da
pesquisa “Inclusão e exclusão social de
jovens de Tiraque”. O objetivo é analisar
quais são os fatores familiares, educacionais
e comunitários que determinam os possíveis
futuros dos jovens desta região. Os dados
mostram que tanto as famílias como os
jovens têm grandes expectativas em relação
ao ensino secundário. Porém, uma vez
concluída esta etapa de estudos, as transições
familiares e profissionais são muito abruptas.
Eles não encontram oportunidades reais para
continuar estudando. Quanto às suas
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Año 16, nº 31, diciembre 2024CON ciencias Sociales
aspirações vocacionais, a grande maioria
aspira a ser profissional ou tem a expectativa
de estudar uma profissão técnica. Dentre as
profissões, destacamse os estudos
relacionados às ciências da saúde, policiais
ou militares, e ser professor. Para estudar ou
trabalhar, os jovens esperam migrar para fora
da comunidade, para outras cidades do país e
até mesmo para outros países. A migração é
um fenómeno muito comum entre as famílias
Tiraque e é a opção mais viável a curto prazo
para os jovens. Há uma dissonância entre as
expectativas e as trajetórias a que conduzem
na juventude rural. Nas zonas rurais, as e os
jovens carecem de oportunidades e escolhas
sobre os seus destinos.
Palavraschave: Bolívia, Tiraque, juventude
rural, inclusão social, migração
Introducción
Sipakus y waynuchus, es así como se les
llama en quechua a las jovencitas y
jovencitos adolescentes, respectivamente. Es
una manera cariñosa de referirse a aquellas
personas que están en una edad especial de la
vida, saliendo de la infancia para transitar
hacia la juventud. Ser joven en Tiraque alude
no solo a un segmento de la población, sino
que tiene múltiples significados y alude a
diversidad de situaciones, en las que se van
generando sueños, expectativas, anhelos de
futuro.
El objetivo del artículo es mostrar cómo, en
el contexto rural de los valles de
Cochabamba, la familia, las redes sociales y
la escuela van generando entre las y los
jóvenes expectativas de profesionalización,
de salir de la comunidad para buscar la
movilidad social.
Sin embargo, encontramos que las
expectativas van acompañadas por
situaciones de pobreza, de imposibilidad de
acceder a la educación superior o al mercado
laboral. La exclusión social de la juventud
rural se manifiesta como una creciente
“brecha de expectativas” que, como
resultado, genera frustración. De esta
frustración nace la predisposición a migrar, a
buscar oportunidades laborales en situaciones
de informalidad y precariedad.
Los datos que se presentan son parte de la
investigación “Inclusión y exclusión social
de los jóvenes en Tiraque” realizada por el
equipo del Sub Proyecto 1 del proyecto
CReA. En cuanto a la metodología, se han
empleado métodos y técnicas tanto
cuantitativas como cualitativas, de modo que,
los datos obtenidos en la encuesta realizada
por el equipo de investigación se
complementan con las percepciones y
visiones de los actores sociales: familias,
comunidad educativa y las y los jóvenes con
los que hemos trabajado.
En el análisis sostenemos que tanto la
familia, la educación y las redes sociales
generan situaciones de exclusión social. Las
y los jóvenes tienen mayores oportunidades
de acceso a la educación media, a la
información y la comunicación, lo cual
genera mayores expectativas de inclusión
social. Sin embargo, las expectativas no se
corresponden con las situaciones de pobreza,
las desigualdades educativas, la falta de
oportunidades de acceso a la educación
superior o al mercado laboral. Estas
paradojas que generan brechas de
expectativas, originan frustración y
predisponen a los jóvenes a emprender
empresas migratorias para insertarse en los
mercados laborales informales que ofrecen
los lugares de destino.
La inclusión – exclusión social como
“brechas de expectativas”
La exclusión social atiende a aquellos
procesos mediante los cuales los individuos
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o grupos sociales son marginados del acceso
a los derechos humanos, a la ciudadanía y a
los bienes o servicios que les posibiliten una
vida plena. La exclusión social, por tanto,
atiende a las relaciones sociales de
desigualdad estructural que determinan su
posición social.
El uso contemporáneo del concepto de
“exclusión social” es atribuido a René Lenoir
quien empleó este término en su obra Les
Exclus: un Français sur dix (Lenoir, 1974).
El autor estimaba que uno de cada diez
franceses podía considerarse “excluido”.
Aquellas personas que estaban siendo
apartadas del mercado laboral no solo
perdían (o no accedían a) un empleo, sino a
los beneficios sociales que el Estado brindaba
a los trabajadores.
La definición inicial de Lenoir hacía
referencia a una minoría que estaban en tal
situación. En la década de 1980, la exclusión
social se convierte en un problema
estructural. En los noventa, el concepto
aparece en las políticas oficiales de Europa
(Mascareño y Carvajal, 2015). En la década
del 2010, la “inclusión social” se posiciones
como uno de los conceptos centrales de los
Objetivos de Desarrollo Sostenible de
Naciones Unidas. De este modo, el concepto
de “exclusión/inclusión social” ha ido
cobrando cada vez más relevancia frente a
otros conceptos como el de pobreza.
Se consideraba la pobreza como una
situación propia de las sociedades
industriales o las sociedades tradicionales,
mientras que la exclusión social fue, en
principio, una situación que se estaba dando
en sociedades posindustriales y/o sociedades
tecnológicas avanzadas. La diferencia entre
pobreza y exclusión social radica en que
describen situaciones sociales diferentes,
dados los contextos en los que surgen ambos
fenómenos. La exclusión social tiene un
carácter multidimensional, no alude
solamente a las carencias económicas, sino
que atañe aspectos materiales, sociales y
culturales. Si bien se considera también el
carácter multidimensional de la pobreza, en
el caso de la exclusión social las distintas
formas de exclusión conllevan además una
crisis de los nexos sociales y una sensación
personal de desafiliación e inexistencia de
redes de protección social y familiar
(Hernández Pedreño, 2008: 2426).
La exclusión social también puede
comprenderse su opuesto, que es el concepto
de inclusión social (o integración) que alude
a un estado y un proceso mediante el cual los
grupos o colectivos más o menos amplios
pueden participar en las decisiones y en el
acceso a bienes y servicios, con lo que existe
una estrecha relación entre integración social
y ciudadanía (Rizo 2006). El concepto de
exclusión social aparece ligado al de
ciudadanía, por lo tanto, el excluido será
aquel que no goza plenamente de sus
derechos. Hopenhayn aborda la relación entre
la ciudadanía, la cohesión y la igualdad. Por
un lado, la ciudadanía se convierte en un
tema de actualidad dado que se ha
desarrollado una normatividad fuerte en el
campo de los derechos humanos. Por otro
lado, la igualdad y cohesión sociales se ven
afectadas por el creciente desempleo, el
debilitamiento de los vínculos sociales, el
aumento de la brecha de ingresos, la crisis de
los estados nacionales, entre otros factores
(Hopenhayn 2000).
Según el PNUD, la inclusión social, como
concepto relacionado con el desarrollo, parte
de un análisis de la sociedad en términos de
exclusión. La exclusión social atiende a
aquellos procesos mediante los cuales los
individuos o grupos sociales son marginados
del acceso a los derechos humanos, a la
ciudadanía y a los bienes o servicios que les
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Año 16, nº 31, diciembre 2024CON ciencias Sociales
posibiliten una vida plena. La exclusión
social, por tanto, atiende a las relaciones
sociales de desigualdad estructural que
determinan su posición social. La inclusión
social puede definirse como “un proceso
sistemático y permanente de las sociedades
para hacer cumplir, respetar y proteger los
derechos humanos de todos los individuos de
una sociedad por medio de la garantía de
condiciones de igualdad, con independencia
del origen social de las personas” (PNUD
2015: 48).
Es importante atender a las dimensiones de
la exclusión e inclusión para analizar qué
factores inciden en las vidas de las y los
jóvenes de Tiraque. Tezanos y Tezanos
(2005) proponen una dimensión cultural
(hace referencia a la segregación o la
marginación), dimensión económica
(pobreza) y la cuestión social (el trabajo
como mecanismo de inserción social).
Autores como Laparra y otros (2007 citado
en Hernández Pedreño) propone tres
dimensiones: económica, política y social o
relacional. Subirats et al. Sostienen la
exclusión social es un proceso que consiste
en la ruptura de las coordenadas básicas de la
integración que son: “la participación en el
mercado productivo, el reconocimiento
público y la participación política, y la
adscripción social y comunitaria que
proporcionan la familia y/o las redes
sociales.” (Subirats et al. 2004: 18). La plena
integración social pasa por la participación de
las personas en tres ejes. a) La participación
en el mercado y en la creación de valor, su
mecanismo de integración es la utilidad
social. b) La adscripción política y
ciudadanía. su mecanismo de integración es
la redistribución y el reconocimiento. c) La
adscripción cultural y conexión con redes
sociales. El mecanismo de integración es la
reciprocidad. Estos ejes de la inclusión se
diferencian con fines analíticos, pero en la
realidad no actúan de forma independiente o
estanca.
Dado que la exclusión social se refiere a
“aquellas personas que se encuentran fuera
de las oportunidades vitales que definen una
ciudadanía social plena en las sociedades de
nuestros días” (Tezanos y Tezanos, 2005); es
evidente que la multidimensionalidad de la
exclusión social describe también a una gran
variedad de situaciones sociales que, de una
u otra forma pueden ser caracterizados como
situaciones de exclusión en distintos modos
y grados. Estas situaciones están mediadas
también por tres ejes transversales que
atraviesan los procesos de exclusión: género,
edad y etnia o procedencia. Estos ejes
transversales no son excluyentes, al contrario,
su acumulación puede entenderse como un
tipo de exclusión social desde el enfoque de
la interseccionalidad. En nuestro caso, el
primer nivel de exclusión es la ruralidad, el
segundo la etnia o procedencia, dado que se
trata de comunidades quechuas, el tercero la
edad, puesto que tratamos con jóvenes
adolescentes que no ocupan un lugar
preponderante aún en la comunidad y en
cuarto el género, pues como veremos, las
mujeres son las que sufren con mayor
intensidad los factores de exclusión o tienen
menos posibilidades de ser incluidas.
Respecto a la situación de exclusión social
específicamente de la juventud en América
Latina, vale la pena rescatar algunos aspectos
importantes el análisis de Hopenhayn que
pueden ayudar a comprender nuestro caso de
estudio.
Hopenhayn (2011) parte del concepto de
“cohesión social” afirmando que la misma
tiene dos aspectos o dos caras: la inclusión
social y el sentido de pertenencia. La
inclusión social sería la cara objetiva de la
cohesión, puesto que alude a los activos
necesarios para que la persona se desarrolle
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con niveles de bienestar aceptables tales
como la educación, el empleo, la cobertura
de riesgos, los ingresos y el acceso al
consumo.
Por otra parte, el sentido de pertenencia hace
referencia a aquellos aspectos subjetivos, a
cómo las personas se sienten respecto a su
inclusión y participación en las distintas
esferas de la vida colectiva en general, tales
como la educación, la política o la cultura.
Son relevantes aspectos como “la confianza
en las instituciones y en el futuro colectivo,
la percepción de justicia distributiva, la
visibilidad y voz políticas, la percepción de
no discriminación, la disposición a participar
en las organizaciones sociales y espacios
políticos” (Hopenhayn 2011: 283).
La “inclusión social” de los jóvenes implica
el acceso a los “mínimos de bienestar y
protección” (Hopenhayn, 2008: 51), en un
sentido más amplio, la “inclusión social”
alude a la titularidad efectiva de la ciudadanía
política, civil y social; esto es, al goce de los
derechos que la ciudadanía implica. En
particular, el autor apunta a la “participación
en deliberaciones, el acceso a activos, la
afirmación de identidad y la posibilidad de
contar con redes de relaciones que ayuden a
desarrollar el proyecto de vida” (Hopenhayn,
2008: 51). Retomando a Amartya Sen, define
la inclusión social desde la perspectiva del
desarrollo humano como “el desarrollo de las
capacidades para el ejercicio de las
libertades” (ibid.).
En este estudio asumiremos el enfoque de
Hopenhayn (2008) que considera los
procesos de inclusiónexclusión social de la
juventud desde la perspectiva de la “brecha
de expectativas”. En el análisis de la
situación de la juventud en América Latina,
el autor advierte tres aspectos problemáticos
o paradojas, que llama “brechas de
expectativas”.
La primera tiene que ver con la constatación
de que los jóvenes en general tienen más
educación, pero menos empleo. En general,
los jóvenes están alcanzando más años de
escolaridad y estudios superiores pero los
índices de desempleo también son mayores
(Hopenhayn 2008).
El segundo aspecto en el que la brecha de
expectativas se tensiona es la paradoja entre
más información y menos poder en la toma
de decisiones y procesamiento de demandas.
La juventud tiene mayor participación en
redes sociales virtuales no solo con sus pares
sino con otros grupos etarios; sin embargo,
tiene menos posibilidades o menos interés de
participar en los espacios políticos
tradicionales. Al mismo tiempo, están
surgiendo, gracias también a las redes
sociales, movimientos ciudadanos
ecológicos, culturales y de defensa de
derechos de las minorías en los cuales los
jóvenes tienen una participación más activa
(Hopenhayn 2008).
En tercer lugar, la “brecha de expectativas”
también crece gracias a la evidente
desproporción entre el acceso a bienes
simbólicos y el acceso a bienes materiales.
La juventud tiene acceso casi infinito a la
información, las imágenes y la
comunicación. El consumo audiovisual ha
crecido exponencialmente. El mayor
consumo simbólico genera mayores
expectativas de consumo material, lo cual
genera una ola de frustración, puesto que los
jóvenes se ven imposibilitados de acceder a
los bienes materiales que la publicidad les
ofrece. Esta situación, aunada a un débil y
cuestionado orden normativo genera la
naturalización del recurso a la informalidad
o la ilegalidad para tratar de nivelar esta
brecha entre el consumo simbólico y el
consumo material. “De allí a la violencia, el
trecho es corto” (Hopenhayn, 2008: 61).
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Año 16, nº 31, diciembre 2024CON ciencias Sociales
Según el autor, la juventud está redefiniendo
lo que se entiende por inclusión social. La
inclusión no radica solamente en el empleo o
la educación formal, sino en la comunicación
a distancia, en integrarse a distintos espacios
físicos por medio de la migración, en
gestionar recursos gracias a los medios de
información, en la participación en redes de
reconocimiento recíproco y en asociaciones
de pares generacionales con diversos fines
(Hopenhayn 2011: 288)
Menciona, sin embargo, algunas dificultades,
limitaciones e impedimentos que enfrenta la
juventud. En primer lugar, la falta de acceso
a empleo de calidad. El empleo, según este
enfoque, constituye un mecanismo fuerte de
inclusión y pertenencia, pero el desempleo
castiga duramente a la juventud activa. En
segundo lugar, la segmentación en cuanto al
acceso a educación de calidad que perpetúa
la reproducción de la desigualdad y la
pobreza. En tercer lugar, la juventud no se
siente representada por las instituciones
políticas tradicionales y el sistema de
partidos, lo cual pone en cuestión el recambio
generacional necesario de los liderazgos
políticos.
En el presente trabajo veremos cómo desde
el ámbito de la familia y la educación se van
generando expectativas de futuro en las y los
jóvenes. Las expectativas de futuro, sobre
todo en la edad de la juventud no se
constituyen en sí un factor de inclusión o
exclusión. El nudo problemático es la
“brecha” que se abre entre las expectativas y
las posibilidades reales de inclusión social.
Es importante atender a las dimensiones de
la exclusión e inclusión para analizar qué
factores inciden en las vidas de las y los
jóvenes de Tiraque en el ámbito de la familia
y la educación. Veremos cómo la educación
se presenta como una alternativa inmediata
de movilidad social.
También definiremos qué estamos
entendiendo por juventud en el marco de este
estudio. Consideramos que la caracterización
de la juventud para el contexto de los valles
interandinos del Bolivia propuesta por Soliz
y Fernández (2014: 60) es adecuada y
pertinente para nuestro estudio. Estos autores
plantean que, al interior de la categoría de
juventud, se pueden definir dos etapas o
tramos. El primer tramo sería el de las y los
jóvenes adolescentes, que va desde los 15 a
los 18 años, o hasta el final del bachillerato,
como un hito referencial. El segundo tramo
de la juventud va de los 18 a los 30 años. La
participación en los ámbitos culturales,
económicos y políticos de la comunidad y se
preparan para asumir la responsabilidad de
formar una familia propia. En el presente
estudio la población meta han sido los y las
adolescentes escolarizados, la primera etapa
de la juventud que tiene sus características
propias, como la educación escolarizada y la
generación de expectativas de futuro.
Materiales y métodos
En cuanto a la metodología, se han empleado
métodos y técnicas tanto cuantitativas como
cualitativas, de modo que se puedan obtener
datos acerca de los distintos ámbitos de la
inclusión y exclusión social: económico,
político, cultural y social. En un segundo
momento, los datos cuantitativos se han
enriquecido con el levantamiento de
información cuantitativa mediante la
realización de talleres con grupos focales con
estudiantes de últimos cursos de secundaria.
Asimismo, se ha realizado un grupo focal con
representantes de las juntas escolares del
Municipio.
Se utilizó un método de muestreo no
probabilístico por conveniencia. Se consideró
un universo de 2.177 personas, que es el
número de estudiantes inscritos en secundaria
(estudiantes de entre 12 y 19 años) en todo el
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Municipio. Para el total de esta población, se
ha calculado una muestra de un mínimo de
328 encuestas, para un nivel de confiabilidad
del 95% y un margen de error de 5%. Se
realizaron 381 encuestas completas en total.
Los participantes fueron estudiantes hombres
y mujeres de entre 16 y 18 años, de los dos
últimos cursos de secundaria de todas las
unidades educativas del Municipio. La
proporción por géneros fue de entre hombres
y mujeres fue del 50,4 mujeres y 49,6
varones.
El instrumento utilizado fue la “Encuesta
Juventud e Inclusión social comunitaria”.
Este instrumento fue diseñado para recabar
información en general sobre la situación de
los y las jóvenes del municipio, el bienestar
subjetivo y sicosocial, así como el bienestar
en salud. La encuesta tuvo en total 37
preguntas. Para este estudio se seleccionaron
las preguntas sobre educación, expectativas
educativas y migratorias. Asimismo, hemos
seleccionado algunos testimonios recabados
en los grupos focales, los cuales dan cuenta
de los discursos de las familias y en el
sistema educativo respecto al futuro de las y
los jóvenes.
Análisis y resultados
La población total del Municipio de Tiraque
según los datos del Censo 2012 era de unas
4000 familias (21.000 habitantes). La gran
mayoría de las familias se dedican a la
agricultura familiar, donde el principal
producto comercial es la papa (Antequera,
2018).
En cuanto a la actividad laboral que
desarrollan los y las jóvenes de Tiraque,
vemos en la gráfica que más del 90% de los
y las jóvenes realizan algún tipo de trabajo,
principalmente la agricultura familiar. El
10% afirma que trabaja como jornalero
temporal o en otros oficios, lo que implica
alguna remuneración. Solo un 7% no trabaja.
Gráfico 1. Actividad laboral que realiza, en
porcentaje. Fuente: elaboración propia.
Las y los jóvenes perciben que sus familias
tienen dificultades económicas, sobre todo
cuando las familias son numerosas, sienten
que los recursos no alcanzan para cubrir las
necesidades básicas. Esta es la motivación
principal por la cual participan de la vida
económica de la familia y aportan con su
trabajo.
El mayor compromiso de los jóvenes
rurales se da con las actividades
agrícolas y ganaderas que sustentan a su
familia. De tal manera que los
adolescentes van mediando y
acomodando sus actividades y horarios
en general (incluso el horario de
acostarse) y de alguna manera sus
expectativas, entendiendo las
preocupaciones fluctuantes de sus padres
y comparando con las preocupaciones de
los padres de sus compañeros en
circunstancias económicas y geográficas
distintas (Vargas y Cabrera 2019: 11).
Pese a que la agricultura es la principal fuente
de ingresos de las familias, el sentir
generalizado entre los padres y madres
entrevistados en los grupos focales es que la
agricultura es una actividad que requiere una
alta inversión en dinero y esfuerzo, que las
condiciones climáticas son cada vez menos
favorables y por lo tanto se corre mucho
riesgo de perder la inversión o al menos de
que no sea una actividad rentable. La
producción agrícola, además, es muy poco
valorada en nuestro medio, los campesinos
16
Año 16, nº 31, diciembre 2024CON ciencias Sociales
deben vender sus productos a precios muy
bajos, sobre todo en épocas cuando hay
mucha oferta. El trabajo en el campo es
considerado como una labor no solo
sacrificada sino poco prestigiosa, así lo
expresan los padres y madres de familia
entrevistados y algunos estudiantes:
“Con esta sequía ya no podemos
sembrar, nosotros trabajamos en medio
del polvo, tragando tierra, eso no
queremos para nuestros hijos, nadie
quiere para sus hijos” (padre de familia).
“En este tiempo vivimos en una situación
muy difícil, ya no hay agua, queremos que
nuestros hijos sean profesionales para que
tengan cualquier trabajo y ya no vivan la
vida que tenemos en el campo” (padre de
familia).
Por eso, los padres y madres quieren que sus
hijos estudien para que ya no “traguen tierra”,
no estén trabajando bajo el sol, vendiendo sus
productos a bajo precio, esperando a ver si
llueve o no. La agricultura es vista como una
fatalidad, como algo que hacen no por
elección, sino por falta de otras
oportunidades. La autoridad de los padres
emana del sufrimiento que vivieron desde
pequeños, de las duras condiciones de la vida
en el campo. “Los sentimientos de
frustración, desencanto o tristeza por la vida
que les tocó vivir a los adultos pasan a ser un
elemento importante en las relaciones que
tejen padres e hijos” (Rodríguez 2019: 186).
Los padres y las madres en particular
transmiten en la cotidianidad ese sentimiento
de frustración con la propia vida y la
expectativa de que los hijos vivan una vida
distinta: “Mis papás sufren porque no quieren
que sea como ellos. Mi mamá llorando me
dijo que me vaya del campo” (Entrevista a
estudiante de secundaria, citado en Rodríguez
2019: 186). Este discurso, que es
generalizado, determina en gran manera los
proyectos y perspectivas de vida. Transmiten
una visión negativa del propio contexto y
origen familiar y la necesidad y
responsabilidad que se les carga de buscar
otras formas de vida.
En el ámbito educativo, podemos apreciar
que la educación formal es, para la mayoría
de las y los jóvenes, su ocupación y
preocupación principal. Las familias valoran
positivamente la educación y hacen todos los
esfuerzos para que sus hijos e hijas puedan,
al menos, terminar el bachillerato. Las
comunidades tienen su propia organización
alrededor de los temas referidos a la escuela,
las Juntas Escolares. Y es que la educación es
vista como un medio de adquirir el capital
social suficiente que permita un mínimo de
movilidad social. Movilidad en doble
sentido, como migración y como un cambio
en la posición socioeconómica de los
miembros de la familia más jóvenes.
Es importante el título de bachiller, con el
título piensan tener mejores oportunidades
laborales y mejores condiciones de
migración. Por otra parte, también algunos
estudiantes perciben que los aprendizajes,
sobre todo las habilidades de lecto e tienen
cierta utilidad práctica en el contexto de la
comunidad: “Lo que estudiamos en el colegio
nos sirve mucho. Por ejemplo, si te ponen de
secretario de actas, si no sabes redactar una
carta no sirves, y en eso ayuda mucho el
colegio. Nos sirve para cualquier oficio”
(Rubén, Taller COMUJU). También hemos
podido percibir en los grupos focales que
algunos jóvenes, hombre y mujeres,
abandonan la escuela cuando ciertas
actividades laborales les generan ingresos
suficientes para sustentarse e incluso para
ayudar a sus familias. Perciben que, para
cierto tipo de ocupaciones, como jornaleros,
transportista, comercio, entre otras, de muy
poco les sirve seguir estudiando la secundaria
o conseguir el título de bachiller.
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Los datos nos muestran que, en general, la
educación escolarizada, el cursar la
secundaria y terminar el bachillerato es
percibida de manera positiva puesto que
permite, de alguna manera, una cierta
movilidad social. Si bien este estudio no
aborda la calidad de la educación mediante
herramientas y técnicas específicas, en
general se puede apreciar que la educación
atraviesa por diversas deficiencias en cuanto
a las respuestas que puede ofrecer a las
demandas de formación del mundo actual. En
general, los y las jóvenes de las escuelas de
Tiraque “no cuentan con las oportunidades
educativas pertinentes que hagan posible el
desarrollo de sus capacidades (Rojas 2020:
142).
Por otra parte, as redes sociales virtuales se
han difundido y penetrado en todos los
sectores de la sociedad, lo cual ha permitido
democratizar la información y favorecer
ampliamente la posibilidad de comunicación
y de interconexión entre personas que se
encuentran. En Tiraque, como entre la
juventud de todo el mundo, “la idea de vivir
y desarrollar la vida sin celular, en cuarentena
o fuera de ella, es impensable para muchos
jóvenes” (Guardia 2022: 53). El uso de
dispositivos móviles personales de
comunicación los celulares, se ha
incorporado en la vida de las personas, y con
mayor incidencia entre los y las jóvenes. Su
uso se ha extendido e intensificado durante la
Pandemia del Covid19. Al uso recreativo del
celular y del internet, se ha añadido su uso
para poder acceder a la información y a la
escuela, ya que durante la cuarentena se
desarrollaron las clases por estos medios.
En la encuesta realizada entre los y las
jóvenes, se empleó una escala Likert que para
medir la percepción de frecuencia de
participación en redes sociales o juegos en
línea. Un 36% de las y los jóvenes
manifiestan que acceden y participan en
redes sociales y/o juegos de manera
ocasional. Un 21% del total están conectados
constantemente, pero son más los hombres
(27%) que las mujeres (16%). Lo propio
sucede entre quienes están conectados
regularmente, son en su mayoría los hombres
(23%) y en menor proporción las mujeres
(15%). En cambio, son más las mujeres que
están parcial o totalmente desconectadas;
15% nunca accede y 30% accede muy poco
a redes sociales o juegos.
Gráfico 3. Información sobre frecuencia de acceso
a redes sociales y juegos en línea, en porcentaje.
Fuente: Elaboración propia.
Por otra parte, algunos comportamientos que
se generan del uso de redes sociales no
siempre son comprendidos ni aprobados por
los padres y madres de familia. Existe la
percepción de que el uso del celular es una
pérdida de tiempo y que mediante las redes
los y las jóvenes pueden acceder a contenidos
que muestran valores o comportamientos
ajenos a la idiosincrasia local (Guardia 2022:
41).
Diego Mercado (2022) en la investigación
sobre el uso de la aplicación WhatsApp entre
los y las jóvenes adolescentes de Tiraque, ha
evidenciado que la importancia de las TIC ha
crecido entre las familias pues posibilita una
mejor comunicación, sobre todo con los y las
integrantes que se encuentran ausentes.
También señala que en las situaciones en las
que se da un uso desmedido de los
dispositivos genera entre los padres y madres
18
Año 16, nº 31, diciembre 2024CON ciencias Sociales
malestar y desconfianza. Perciben que los y
las jóvenes dedican más tiempo a las redes
sociales o a los juegos en línea, descuidando
sus labores tanto en la escuela como en la
casa (Mercado 2022: 27). A pesar de los
naturales conflictos familiares que puede
generar el uso de las tecnologías, los aspectos
positivos son mayores, siempre y cuando se
sepa orientar en este sentido sobre todo en el
ámbito de la escuela. El internet y las redes
sociales permiten un acceso incomparable
con otros medios a la información, a la
comunicación y a la interconexión con otros
espacios sociales, culturales e incluso
educativos, mediante la participación en una
nueva realidad, la realidad virtual (Luizaga
2020: 124125).
En la encuesta realizada se consultó a las y
los adolescentes sobre sus expectativas
educativas, sobre qué quisieran estudiar si
pudieran. La pregunta era abierta, de modo
que se puedan recoger las expectativas
educativas de las y los jóvenes sin que estén
condicionadas. A partir de la casuística se
agruparon las diferentes respuestas y se
obtuvo el siguiente resultado.
Tabla 1. Aspiración sobre el futuro
Fuente: Elaboración propia
Podemos ver que, en la mayoría de los casos,
las y los jóvenes se inclinan por estudiar
oficios técnicos (mecánica, peluquería o
belleza, corte y confección, gastronomía,
repostería, música y secretariado). El estudiar
estos oficios es relativamente viable, los y las
jóvenes tienen como referentes a familiares o
personas de la comunidad que pudieron
estudiar en localidades cercanas.
Tanto ser policía, militar o maestro son
profesiones vinculadas al ámbito de la
administración estatal principalmente, lo
cual, de alguna manera, asegura cierta
estabilidad laboral, lo que las hace más
requeridas que otras profesiones u
ocupaciones.
Otro grupo importante de estudiantes (un
42%) tiene la expectativa de estudiar carreras
universitarias tales como ingenierías,
medicina, veterinaria, arquitectura,
odontología, entre otras. La educación
secundaria en nuestro país está diseñada para
que todos y todas las personas que terminan
el bachillerato puedan aspirar a ingresar a una
carrera universitaria. En las entrevistas
realizadas en cuanto al tema de qué quisieran
ser en el futuro, muchos jóvenes cuestionan
este discurso de la “profesionalización” de
los jóvenes como una aspiración de las
familias. Consideran más bien como una
opción el comercio, el tener sus
emprendimientos comerciales, tener negocios
de ropa o de alimentos.
Ellos (mis padres) quieren que tenga
profesión, pero esa no es la idea mía, no es
mi vocación. Yo quisiera empezar a
emprender, abrir negocios.
Mis padres quieren que sea profesional y
no estoy de acuerdo. Yo quisiera ser
emprendedor y tener mi familia. Ser libre a
mi manera.
Un porcentaje menor aspira a ser futbolista o
narcotraficante. En ambos casos, está la idea
del éxito inmediato, el dinero fácil y en
abundancia, en fin, una ilusión que prende en
no pocos corazones jóvenes.
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A continuación, preguntamos si consideran
que podrán lograr estudiar lo que se
proponen. En general la respuesta es
optimista. En la gran mayoría de los casos
consideran que podrán lograr continuar sus
estudios.
¿Cómo podemos explicar que las y los
jóvenes adolescentes en un contexto rural
como el de Tiraque aspiren a ser piloto de
avión, azafata, futbolista profesional,
narcotraficante o militar y además consideren
que sí pueden alcanzar esas metas? Por una
parte, influye mucho el discurso que viene
desde la escuela y la familia, la cual genera
una presión social sobre la necesidad de
estudiar una carrera universitaria o carreras
como la de militar o policía. Sin embargo, ni
el nivel de educación en las zonas rurales
(como es el caso de Tiraque), ni la economía
familiar pueden dar una respuesta realista a
estas aspiraciones que ellos mismos (la
escuela y la familia) siembran en los jóvenes
(Rojas 2020: 137).
El acceder a la educación superior es un
camino largo y dificultoso que muy pocos lo
emprenden y menos lo terminan. En primer
lugar, en el Municipio no se cuenta con
instituciones de educación superior. Se tienen
algunos institutos técnicos en la vecina
localidad de Punata, que está como a media
hora de viaje desde el centro poblado de
Tiraque, o un poco más desde las
comunidades que se encuentran sobre la
carretera que atraviesa la región. El acceder
a estudios superiores implicaría,
mínimamente irse a vivir a la ciudad de
Cochabamba. Esto quiere decir que la familia
debería solventar los gastos de estadía y
manutención del estudiante. En varias
ocasiones, los padres de familia han
manifestado que no pueden solventar estos
gastos.
Otra dificultad es el acceso y la permanencia
en la universidad. Si bien existen algunas
facilidades de acceso a algunas carreras para
jóvenes provienen del área rural, muy pronto
encuentran dificultades académicas porque
no salen lo suficientemente preparados para
la universidad. Esto provoca frustración y
desánimo, pero no pueden volver a la
comunidad así que se ponen a trabajar se
dedican a otras actividades.
Cuando los y las jóvenes culminan el
bachillerato, se ven enfrentados a la realidad
arriba descrita. Ante la imposibilidad de
seguir estudiando se plantean dedicarse
temporalmente a generar dinero para ahorrar
y en un futuro poder estudiar. Si bien jóvenes
tienen expectativas de estudiar o ser
profesionales, también es evidente que la
posibilidad de emigrar es muy alta, dado que
esta es la alternativa inmediata que se ve
como realizable. De este modo, la migración
laboral está presente en el horizonte de vida
de prácticamente todas las familias de
Tiraque. Al preguntarles en la encuesta sobre
su aspiración a migrar a otra ciudad o país, el
46% afirma que sí, que le gustaría irse a vivir
a otra ciudad o país y el 47% que tal vez, que
no descarta esta posibilidad. Solo un 7% no
quisiera irse de Tiraque
Gráfico 5. Expectativa de migración, en
porcentaje
Fuente: elaboración propia.
Pese a que el sistema educativo está pensado
y diseñado como un paso hacia la educación
superior, en el contexto de Tiraque, en
realidad la educación es valorada porque,
entre otras cosas, posibilita la emigración en
20
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mejores condiciones. Sin embargo, tiene un
valor más simbólico que práctico. Marca el
momento de la transición de la escuela hacia
el trabajo. Excepto en el caso de los varones
que durante un año más o menos deben
cumplir el servicio militar, actividad que,
como vimos arriba, también implica un “rito
de paso” hacia la etapa de la juventud en la
que debe asumir nuevas y mayores
responsabilidades. Podemos decir que la
empresa migratoria marca la etapa de la
juventud y la transición hacia la edad adulta
de una gran parte de los jóvenes.
Las modalidades y dinámicas migratorias son
diversas. A partir de las entrevistas realizadas
con los jóvenes de secundaria pudimos
reconstruir algunas de las mismas. Existe una
larga tradición migratoria internacional en
Tiraque. Es interesante que, las y los jóvenes
tienen familiares cercanos, vecinos, amigas,
amigos, hermanos, hermanas y sus familias
viviendo en Argentina y Brasil,
principalmente. Otro de los destinos es
Europa, especialmente España, donde las
familias migrantes trabajan en la agricultura
como jornaleros. Una estudiante nos contó el
caso de su familia que está en España, aunque
su padre y su hermana eventualmente pasan
a Francia por temporadas para la cosecha
hortalizas o frutas. Su madre y otro de sus
hermanos se quedan trabajando en España.
Ella debe terminar la escuela y salir bachiller
para reunirse con su familia.
En el caso de Brasil, el destino principal es
Sao Paulo, donde muchas familias tiraqueñas
tienen talleres de costura desde hace varias
décadas. A medida que los migrantes se
independizan y ponen sus propios talleres
crece la demanda de mano de obra. De este
modo, los migrantes vuelven a la comunidad
a reclutar a las y los jóvenes vacantes,
especialmente a los que ya salieron
bachilleres.
Argentina también es un destino migratorio
importante, incluso hay familias que tienen
hijos en Argentina y Brasil. La migración
hacia Argentina data de hace varias décadas.
Hemos encontrado casos de personas que han
migrado hace más de una década y llegan a
Tiraque después de muchos años a visitar a
sus familias y luego vuelven a la Argentina.
En la Argentina las actividades laborales son
diversas. Los migrantes trabajan en talleres
de costura, pero también en actividades
comerciales como el transporte y comercio
de verdura.
La transición estudio – trabajo se da
generalmente mediante la migración. Un
joven bachiller no tiene muchas alternativas
laborales y como vimos, tampoco muchas
opciones de estudio. Las redes familiares
facilitan y, de alguna manera, estimulan la
migración de los jóvenes. Esta transición
hacia la vida adulta implica el trabajo en
talleres textiles en condiciones muy difíciles.
En algunos casos, los jóvenes retornan al
cabo de unos años porque no resisten las
condiciones del trabajo en estos talleres.
Inicialmente, los jóvenes tienen la
expectativa de irse por unos meses a trabajar,
hacer dinero y luego retornar a Tiraque.
En las entrevistas que realizamos en los
grupos focales nos llamó la atención que para
los y las jóvenes adolescentes no está en su
horizonte inmediato el migrar a otros países
a trabajar. Es más, conocían muy poco sobre
las actividades que realizan sus familiares en
los lugares de destino. Apenas sabían que
trabajaba en un taller de costura o en el
comercio y en la cosecha en el caso de los
familiares que migraron a Chile. Una vez que
salen bachilleres consideran la opción de
migrar, por la invitación de algún familiar o
conocido que requiere mano de obra y se van
con la esperanza de volver pronto, de volver
con algo de dinero y estudiar, volver y poner
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un negocio, etcétera. El retorno, en los casos
en los que los jóvenes volvieron, se debió a
que no se acostumbraron a las condiciones de
trabajo o no tuvieron éxito. En la mayoría de
los casos que nos fueron relatados, los
jóvenes que se fueron volvieron después de
muchos años y solo de visita, dado que ya se
establecieron en los lugares de destino.
Discusión y conclusiones
Cada año más de 300 jóvenes en Tiraque
alcanzan el bachillerato. La mayoría de estos
estudiantes no logran continuar con estudios
superiores y deben buscar insertarse en
actividades laborales, aunque son muy pocas
las oportunidades de inserción laboral en el
contexto local para un joven bachiller. Los
datos presentados muestran que tanto en la
familia como en la escuela está presente un
discurso que enfatiza en la dura realidad de
la vida en el campo y en la actividad agrícola,
una situación que los padres y madres no
quieren para sus hijos. La prevalencia de un
discurso generalizado que menosprecia el
trabajo en el campo reproduce el desdeño del
ser agricultor. Este discurso que proviene de
la sociedad urbana genera entre los más
jóvenes del área rural un deseo de dejar su
comunidad en cuanto les sea posible, ya sea
para seguir estudiando o para irse a trabajar.
La escuela es importante para las familias
como una promesa de movilidad social.
Movilidad como migración y movilidad
como cambio de actividad y de estatus social.
La expectativa que se genera mediante la
educación secundaria es que los y las jóvenes
puedan “profesionalizarse”, no tanto para
realizarse personalmente, sino para salir del
contexto de la vida rural, tener un empleo
seguro y de mayor prestigio. Sin embargo, la
educación en el área rural no prepara
adecuadamente a las y los jóvenes para la
educación superior. Las brechas de
expectativas también pasan por las grandes
desigualdades en cuanto al acceso a la
educación de calidad de estos jóvenes. Los
jóvenes viven esa paradoja, puesto que “el
mismo proceso educativo les ha transmitido
la idea de que los mayores logros
(educativos) se traducen en mejores opciones
de empleo a futuro” (Hopenhayn 2008: 54).
De ahí la presión social para que los jóvenes
estudien una carrera que les permita, según
su visión, subsistir sin riesgos y sin el
esfuerzo que implica ser agricultor. Sin
embargo, no encuentran posibilidades reales
ni de educación superior ni de empleos
reales. Ya no es suficiente con alcanzar la
educación media para tener mejores
expectativas de retorno en términos de
empleo e ingresos, es lo que Hopenhayn
llama “devaluación educativa”. Por otra
parte, las condiciones económicas e
institucionales hacen más difícil que se pueda
alcanzar, con algunas excepciones, esta meta
de que los hijos e hijas sean profesionales. Al
terminar la escuela, las y los jóvenes, en
particular de los contextos rurales como el
estudiado, se encuentran con muchas
dificultades para acceder y permanecer en la
educación superior. Ha crecido la cobertura
en educación media, pero las cifras en cuanto
a la conclusión de educación universitaria son
bajos en América Latina, y Tiraque es una
muestra fehaciente de este hecho. “Con estos
contrastes, es difícil pensar que la educación
hace de palanca de movilidad social, de
igualación de oportunidades y de
compensación de las desigualdades de
origen” (Hopenhayn 2008: 62)
A esta situación debe considerarse también
el factor étnico y el estigma social que carga
un joven de origen campesino. Las
aspiraciones de los jóvenes del área rural no
pasan solamente por acceder a mejores
condiciones económicas. Tanto quienes
aspiran a profesionalizarse, migrar, tener
negocios, emprendimientos o trabajar en el
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Año 16, nº 31, diciembre 2024CON ciencias Sociales
Estado tienen como referente el discurso
imperante de “dejar de ser campesinos” e
insertarse en otros ámbitos laborales y
sociales.
Otra de las brechas de expectativas proviene
también del consumo simbólico en
contrapartida con las limitaciones en cuanto
al acceso a bienes materiales. Vimos que la
mayoría de los jóvenes perciben que sus
familias tienen limitaciones económicas por
lo que deben dedicarse ellos mismos a
trabajar en la agricultura familiar o como
jornaleros temporales. Al mismo tiempo, esos
mismos jóvenes consumen información que
crea altas expectativas de bienestar y riqueza.
Existe, como nunca antes, una alta
integración simbólica gracias a los medios
masivos de comunicación social como es la
internet y las redes sociales. Al mismo
tiempo, crece la pobreza y la marginación. La
integración (inclusión) económica está lejos
del acceso a los bienes culturales que se
ofrecen mediante los medios de
comunicación: “la caricatura del día coloca
las manos vacías junto a ojos colmados con
imágenes del mundo” (Hopenhayn 2000: 8).
La brecha creciente entre lo que este autor
llama la desintegración material y la
integración simbólica genera una creciente
crisis de expectativas. No solo es la
exposición constante a la publicidad
mediática, sino el contar con más años de
educación y la conciencia de las propias
capacidades y derechos dan lugar a una
mayor expectativa de movilidad social.
Hemos escuchado en los talleres que las y los
adolescentes, como es normal y natural,
desean estudiar, ser profesionales, viajar,
conocer lugares nuevos, recorrer el mundo,
etcétera. Pero la realidad es otra, las
posibilidades reales de alcanzar estas
aspiraciones son muy escasas, lo cual, a la
larga, genera frustración y conflictividad.
Estas frustraciones son el caldo de cultivo
para el reclutamiento de los jóvenes en
actividades ilícitas, con la promesa de
conseguir dinero fácil y rápido.
Por el momento, una de las pocas opciones
que encuentran los y las jóvenes, al terminar
la escuela es la migración hacia las ciudades
o hacia el exterior del país. Los destinos de
emigración son principalmente Brasil,
Argentina o Chile, donde encontrarán
trabajos precarios en talleres de costura, o
verdulerías o en la cosecha de productos,
aunque con una remuneración mayor a la que
podrían esperar en Tiraque. Poco a poco, los
jóvenes se van estableciendo en estos
destinos migratorios, y no retornan. Es
entonces que, mediante las redes familiares
emprenden el camino de la emigración
laboral, normalmente a los talleres de costura
en Brasil, a las actividades agrícolas o
comerciales en Argentina o hacia el trabajo
temporal en Chile, además de otros destinos
como Europa, donde las condiciones no son
mejores.
A decir de Melliasoux, esta lucha de las y los
jóvenes por emanciparse, este ímpetu de las
familias por expulsar a sus jóvenes de la
comunidad, “va objetivamente en el sentido
del desarrollo social del capitalismo que no
ha dejado de reclutar sus trabajadores libres
mediante la disminución progresiva de las
prerrogativas de la comunidad doméstica…
concediéndoles a los dependientes una
emancipación cada vez más precoz para
entregarlos más rápido a los empleadores”
(Melliasoux, 1999:202).
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