Mujeres tsotsiles en Migración forzada: desde
la interseccionalidad y los feminismos del

tercer mundo
Tsotsil women in forced migration: from

intersectionality and third world feminisms
approach

(*) Ilithya Guevara Hernández

Reseña Biográfica
(*) Ilithya Guevara Hernández es de nacionalidad mexicana, es Antropóloga Social por la
Universidad Autónoma de Querétaro, México. Especialista en Desarrollo Comunitario,
Maestra y Doctora en Desarrollo Rural por la UAM­Xochimilco, México. Actualmente es
docente investigadora en la Universidad Autónoma de Querétaro.
Orcid.org/0000­0002­4346­6295
C.E.: ilithya.guevara@uaq.mx

Recibido: 11.04.2024 Revisado: 3.06.2024 Aceptado:17.06.2024

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 57

Con­Sciencias Sociales, 16(30): 06 ­ 22, junio 2024
ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452

https://doi.org/10.35319/consciencias.202430150

GUEVARA HERNÁNDEZ, Ilithya (2024). “Mujeres tsotsiles en migración forzada:
desde la interseccionalidad y los feminismos del tercer mundo”. Con­sciencias Sociales,
Año 16, N° 30, junio 2024, pp. 57­74. Universidad Católica Boliviana “San Pablo”,
Sede Cochabamba.

Resumen
La migración, particularmente las
movilidades forzadas campo ciudad han sido
resultado de la violencia estructural ejercida
por el Estado, que ha estado acompañada de
las desigualdades históricas y estructurales
que reproducen la pobreza y que son parte de
la realidad de muchas de las comunidades
indígenas en México, sigue presente. Este es
el caso de las mujeres tsotsiles que migran de
manera forzada desde hace poco más de 7
años a la ciudad de Querétaro, las razones
para migrar, actividades económico­
productivas y condiciones generales de vida,
con el objetivo de evidenciar la violencia
estructural histórica y acumulativa de que han
sido objeto, y el impacto que las
desigualdades que se interseccionan tienen en
el lugar de destino en el desarrollo de su
cotidianeidad. Estos son los resultados
preliminares de una investigación más
amplia. Con una metodología cualitativa,
tomando como ejes de análisis los
feminismos del tercer mundo, los feminismos
decoloniales y desde la perspectiva
interseccional. El objetivo del artículo es
identificar cómo las desigualdades se
intersectan vulnerando la vida de las mujeres
tsotsiles, impidiendo su desarrollo pleno,
tanto en el ámbito público como en el
privado, para visibilizar sus principales
problemáticas y como los enfrentan día a día
en el lugar de destino.
Palabras clave: mujeres tsotsiles,
migración forzada, interseccionalidad,
feminismos, desigualdades.

Abstract
Migration, particularly the forced rural­urban
mobilities that have been the result of
structural violence exercised by the State,
which has been accompanied by the
historical and structural inequalities that

reproduce poverty and that are part of the
reality of many of the indigenous
communities in Mexico, is still present. This
is the case of Tsotsil women who have been
forcibly migrating for a little more than 7
years to the city of Querétaro, the reasons for
migrating, economic­productive activities
and general living conditions, with the aim of
evidencing the historical and cumulative
structural violence to which they have been
subjected, and the impact that the inequalities
that intersect have in the place of destination
in the development of their daily lives. With
the objective of identifying how inequalities
intersect, violating the lives of Tsotsil
women, preventing their full development,
both in the public and private spheres to make
visible their main problems and how they
face them daily in the place of destination.
Key words: tsotsil women, forced migration,
intersectionality, feminisms, inequalities.

Resumo
A migração, particularmente a mobilidade
rural­urbana forçada, tem sido o resultado da
violência estrutural exercida pelo Estado, que
tem sido acompanhada por desigualdades
históricas e estruturais que reproduzem a
pobreza e que fazem parte da realidade de
muitas comunidades indígenas no México,
ainda existe. É o caso das mulheres Tsotsile
que foram obrigadas a migrar há pouco mais
de 7 anos para a cidade de Querétaro, os
motivos da migração, as atividades
económico­produtivas e as condições gerais
de vida, com o objetivo de evidenciar a
violência estrutural histórica e cumulativa a
que foram submetidos e o impacto que as
desigualdades que se cruzam no local de
destino no desenvolvimento da sua vida
quotidiana. Estes são os resultados
preliminares de uma investigação mais
ampla. Com uma metodologia qualitativa,

58
Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

tomando como eixos de análise os
feminismos do terceiro mundo, os
feminismos decoloniais e numa perspectiva
interseccional. O objetivo do artigo é
identificar como as desigualdades se cruzam,
violando a vida das mulheres Tsotsil,
impedindo o seu pleno desenvolvimento,
tanto na esfera pública como na privada, para
tornar visíveis os seus principais problemas
e como os enfrentam todos os dias no local
de destino.
Palavras­chave: Mulheres tsotsile, migração
forçada, interseccionalidade, feminismos,
desigualdades.

Introducción
La migración acompañó el devenir de los
pueblos, adquiriendo diferentes matices en la
globalización y la posmodernidad. Factores
económicos, políticos y sociales determinan
el origen y el destino de las/los migrantes,
quienes buscan escapar de la precariedad. Las
mujeres tsotsiles de Mitontic, Chiapas, se ven
forzadas a migrar debido a la intersección de
desigualdades en sus vidas, para incorporarse
a la economía informal y la vivienda precaria.
Este estudio está basado en feminismos del
tercer mundo y decoloniales, para enfatizar
como la raza, la etnia, y el género se
interseccionan generando desigualdades que
se reproducen y se manifiestan en
vulnerabilidad en cada uno de los elementos
de la vida cotidiana. Se considera una
migración forzada, dado que las condiciones
socioeconómicas de las mujeres son las
causantes de la decisión de migrar, elementos
que se reproducen históricamente como
resultado de la violencia estructural del
Estado, que no proporciona los elementos
adecuados para que ellas y los suyos puedan
desarrollarse de manera digna en su
comunidad de origen. De esta manera, las

mujeres tsotsiles llegan a Querétaro y
trabajan en situación de calle, en condiciones
extremas, que representan una mejora con
respecto a lo que tienen en su comunidad, por
ejemplo.
La interseccionalidad se utiliza como
herramienta para visibilizar las desigualdades
que se interseccionan en su vida y con una
postura cualitativa. Utilizando el trabajo de
campo y la etnografía multisituada, se
aplicaron cuestionarios para identificar las
características sociodemográficas generales,
y entrevistas semiestructuradas. Se presentan
resultados preliminares de una investigación
más amplia sobre Migración forzada de
mujeres y niñas/os tzotziles en la ciudad de
Querétaro: una mirada desde la
interseccionalidad, cuyo objetivo fue analizar
las características de la migración forzada de
las mujeres niñas/os tzotziles en situación de
calle en la ciudad de Querétaro desde una
perspectiva interseccional. Que se llevó a
cabo entre septiembre de 2021 y abril del
2022.
La estructura se compone de cuatro apartados
el primero, es esta introducción que permite
identificar el contexto de la investigación. En
el segundo, se esboza la perspectiva teórico­
conceptual desde los feminismos del tercer
mundo, hacia la violencia estructural, la
interseccionalidad y el contexto de la
migración de mujeres indígenas en México.
En el tercero, la postura epistemológica y
metodológica, desde la enunciación del lugar
que ocupo como investigadora hasta las
herramientas que se utilizan para recopilar la
información. En el cuarto, el contexto del
lugar de origen, con las principales
características, para de ahí analizar las
condiciones generales de ellas, y las
desigualdades que se interseccionan en sus
vidas. En el último, las consideraciones
finales que, sin ser concluyentes, exponen el

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 59

panorama general en que se encuentran las
mujeres tsotsiles, que han sido no solo
invisibilizadas como sujetos de agencia, sino
que se les infantiliza y desconoce en sus
actividades económicas marginándolas y
negándoles otras oportunidades para
desarrollarse, en todos los niveles de la
estructura social.

2. Los feminismos del tercer mundo: de la
violencia estructural a la
interseccionalidad.
El feminismo moderno, ha sido criticado por
ser blanco, occidental y desde el privilegio.
“Crítica […] hecha por las mujeres
contemporáneas de color y del tercer mundo
que se centra en la idea de que la intersección
entre raza, clase, sexualidad y género va más
allá de las categorías de la modernidad”
(Lugones 2011,106). Este enfoque genérico
ignora las diferencias estructurales e
identitarias entre las mujeres de otros
espacios. Por ello, se debe hablar de
“feminismos” en plural, reconociendo
diferentes formas de lucha y desigualdades
específicas que enfrentan las mujeres
oprimidas (Salgado 2016). Surgen así las
propuestas de los feminismos del tercer
mundo, periféricos o del Sur, en sintonía con
las propuestas de los decoloniales, para dar
voz a esas voces silenciadas.
Si bien, el feminismo cuestiona los cimientos
patriarcales de la sociedad, la cultura y la
producción de conocimiento (Trujillo y
Contreras, 2017). Desconoce que la matriz
del conocimiento es también colonial,
construida desde occidente, con una jerarquía
de poder, desde la cual se miden y analizan a
los/las diferentes, desde parámetros
estandarizados que no les pertenecen.
Enmarcados en una colonialidad4 del poder.

Reconocen que el “feminismo” hegemónico
se encontraba inscrito en una lógica colonial
eurocéntrica, que invisibiliza las
desigualdades que se interseccionan en las
mujeres colonizadas. Dado que, “cuestionaba
fuertemente el universalismo androcéntrico
que no las reconocía, [pero] construía un
sujeto del feminismo que reproducía la
misma pretensión universalista y que no
respondía a las necesidades ni
reivindicaciones de mujeres de otros sitios”
(Oyhantcabal, 2021, p. 99). La construcción
del sujeto “mujer” se hacía a partir de la
diferencia sexual de la mujer con respecto al
hombre, preponderando una clase y una serie
de características asociadas a la
“sensibilidad” del ser mujer y “no visibiliza
otras diferencias que son constitutivas de la
subjetividad, sean la raza, la etnia, la
sexualidad y la clase social” (Pórtales, 2004,
citado en Montanaro, 2016, p. 338).
Desde Lugones (2011) en colonialidad y
género5, al identificar que la división entre los
sexos se construye desde la eliminación de
las diferencias, que consideraban a los
pueblos colonizados como deshumanizados,
que establecían una jerarquía de poder que
estructuraba la economía y la sociedad, que
reconocía aquellos sujetos/as que tenían
derecho a acceder al mercado laboral

4 Quijano (2000, 2000b, 2000c, 2000d, 2000e, 2007, 2008,
2011), la colonialidad es el periodo que sigue al colonialismo
y que se inserta epistemológicamente en una nueva
estructura de poder, cuya principal característica es que se

inserta a partir de la categorización racial de los conquistados
por parte de los conquistadores, despojando a los primeros
de su identidad y ubicándolos en un nivel inferior;
generándose identidades geo­políticas: ‘indio’, ‘negro’,
‘blanco’, ‘mestizo’, que permiten caracterizar a la población
bajo criterios coloniales, y de esta manera asignarles un
papel en la economía capitalista en una posición de
desventaja; que implicaba la expropiación y explotación de
los medios de producción por parte de los conquistados.

5 El género es el “conjunto de creencias, atribuciones y
prescripciones culturales que establecen ‘lo propio’ de los
hombres y ‘lo propio’ de las mujeres en cada cultura, y que
se usa para comprender conductas individuales y procesos
sociales […] es una simbolización de la diferencia
anatómica, que es construida culturalmente e internalizada
en el psiquismo de los seres humanos. […] además de que
determina las relaciones de poder entre mujeres y hombres.
[…] Sin embargo, otras condiciones ­como la clase social,
pertenencia étnica o la edad­ se articulan y mezclan
(intersectan) con el género, potenciando ciertos fenómenos
o características que producen formas específicas de
opresión, marginación o subordinación” (Lamas, 2019: 156­
157).

60
Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

remunerado y los/las que no, en estas
categorías quedaron atrapadas las mujeres
negras y las indígenas, más tarde las
mestizas, que fueron despojadas de una
identidad propia y solo existían en una
posición de sumisión; esta jerarquización no
ha desaparecido. Lugones, “sostiene que la
raza, el género, la (hetero)sexualidad y la
clase son invenciones moderno­coloniales
[que deben ser pensadas como] inseparables,
una conlleva a la otra.
De ello deriva que las opresiones por raza­
clase­sexualidad­género se co­constituyen”
(Guerra 2018, 92), lo cual lleva implícita una
forma de construir discursivamente a las
mujeres del tercer mundo como desposeídas,
pobres, marginadas, y sin capacidad de
agencia, pero además como un todo, donde
no se distinguen las diferentes identidades,
sino que terminan siendo en su conjunto “las
otras” (Galcerán, 2016; Moore, 2018;
Oyhantcabal, 2021).
Los feminismos “postcoloniales, sostienen
que el ‘sujeto mujer’ ha quedado pequeño
dentro de los análisis de género porque
excluye a las ‘otras mujeres’: las indígenas,
las negras, las inmigrantes, entre otras”
(Castellanos y Juvany, 2017). Para
descolonizar el feminismo es necesario
“historizar y contextualizar las formas que
asumen las relaciones de género para escapar
al universalismo feminista, considerar la
cultura como un proceso histórico para evitar
los esencialismos culturales y reconocer el
modo en el que las luchas locales están
insertas en procesos globales de dominación
capitalista” (Galcerán, 2016, p. 285).
El espacio que han ocupado las mujeres
indígenas, no sólo las tsotsiles, en la
estructura económica, política y social donde
no se les ha permitido participar de manera
plena, no sólo en el desarrollo sino en el

proceso histórico en que han sido construidas
como sujetas de conocimiento desde la
marginación de que son objeto, negándoseles
un papel protagónico en dichos procesos.
Resultado de las desigualdades, que en
América Latina se caracterizan por la
presencia de una brecha salarial, de la que
deviene la falta de oportunidades en todos los
ámbitos de la vida social y con ella la
reproducción de la pobreza (Cortés, 2011).
Reflejado en un desarrollo desigual, rasgo de
la globalización neoliberal, donde el sistema
de poder global y los diversos conflictos de
clase extreman la polarización económica,
social, política y cultural entre espacios
geográficos y clases sociales (Alonso y
Lobos 2014; Márquez y Delgado 2011). Uno
de los grupos que ha quedado al margen de
este proceso, son los/las indígenas, a quienes
no se les ha incorporado de manera equitativa
al desarrollo nacional.
Se considera que la mayoría de los problemas
que enfrentan tienen que ver con la
persistencia de características identitarias y
culturales, desconociendo la violencia
estructural que ejerce el Estado, que, como lo
menciona Galtung, es una violencia que se
ejerce cuando un individuo no tiene los
medios necesarios para desarrollarse de
manera plena. El poder genera una
distribución inequitativa de recursos
económicos, políticos y sociales, limitando
así, en ciertos individuos, sus capacidades
físicas y mentales, lo que los sumerge en una
continua marginación con respecto a los
demás miembros del mismo grupo o sociedad
(citado en Guevara, 2018) y las obliga a
migrar, por ello se habla de migración
forzada, desde la interseccionalidad.
La interseccionalidad surge con Crenshaw,
que buscaba incluir a las ‘mujeres de color’,
en la reflexión teórica y el quehacer político

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 61

del feminismo, posibilita hablar de la
“simultaneidad de raza, género y clase y su
intersección en las experiencias de las
personas” (Belkhir 2009, citada en: La
Barbera 2017, 192). Ha sido considerada
como metodología y como nuevo paradigma,
desde el feminismo, pero es una “herramienta
útil que permite identificar las múltiples y
simultáneas discriminaciones que se
entrecruzan de tal forma que cotidianamente
producen subordinación y la marginación de
las mujeres, en distintos niveles de la vida
pública y privada” (Golubov 2019, 197­198).
Las discriminaciones son resultado de lo
histórico, estructural, económico e
identitario, en un doble juego entre lo macro
y lo micro social. Con las tsotsiles, una de
las opresiones es el lenguaje, pues hablantes
de tsotsil se enfrentan a una mayoría
lingüística que les desconoce y les margina.
“De este modo, esta perspectiva complejiza
la concepción del género al concebirla como
una dimensión entre otras dentro del tejido de
las relaciones sociales y políticas de
dominación de género, sexuales, raciales y
clasistas” (Reartes 2017, 187). Refiere a la
confluencia de distintas formas de
discriminación, en las que se combinan una
serie de desigualdades basadas en las
diferentes dimensiones que afectan de
manera particular a las mujeres. Se vuelve así
en un lugar de enunciación en el contexto de
las relaciones de interdependencia
entrecruzadas (Baquero 2017; Caro 2017; La
Barbera 2017; Expósito 2012).
La desigualdad estudiada como uno de los
elementos que limita el desarrollo6, reproduce
la pobreza al tiempo que incrementa las

brechas. Como parte de una configuración
histórica que responde a una estructura
socioeconómica marcada por las diferencias,
de ingreso, empleo y acceso a educación,
salud, bienes y servicios por lo que limita la
movilidad social. (CEPAL 2016 y 2018).
Cuando agregamos categorías como raza,
etnia, y género, las desigualdades se
acumulan e interseccionan generando
condiciones de opresión y vulnerabilidad
para las mujeres.
De acuerdo con Arango (1985, citado en
Micolta, 2005: 60), las migraciones son
desplazamientos o cambios de residencia a
cierta distancia –que debe ser significativa–,
y con carácter relativamente permanente o
con cierta voluntad de permanencia que
incluye “variados procesos de movilidad
espacial de población –entre fronteras
internas estatales, nacionales e
internacionales­, donde diversos grupos
humanos, con el objetivo de resolver distintas
necesidades, experimentan procesos de
relocalización, cambio de origen, tránsito y
destino” (Castillo, 2019: 41­42). Para
diferenciar entre aquellas movilidades que
son decisión de los individuos y familias, y
las que no lo son se habla de desplazamiento
forzado interno7 y migración forzada.
Algunos autores coinciden con la dificultad
para diferenciar la migración forzada de la
que no lo es, ante la actual realidad global
que se caracteriza entre otras cosas por
desplazamientos y movilidades forzadas
(Bloch y Dona 2018; Escobar 2010; Turton
2003 citado en Escobar 2010). Una
clasificación inicial contemplaría diversas
causas que incluyen condiciones
socioeconómicas, impactos por desastres
naturales/ambientales, procesos de violencia
relacionados al crimen organizados, disputas

6 Se entiende desde su perspectiva crítica, como proceso
hegemónico y capitalista, que lleva implícito un modelo
civilizatorio único y lineal, que se refleja en
industrialización, urbanización y crecimiento económico, y
que implica un cambio en la cotidianidad de los pueblos
(Esteva, 2000 y 2009; Escobar, 2002; Sachs, 2001; Viola,
2000).

7 Para ampliar la información sobre las tendencias en los
estudios de migración indígena en México, revisar el trabajo
citado de Cárdenas, 2014.

62
Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

y conflictos de tipo sociopolítico y/o
religioso, y despojo de medios de producción
y subsistencia, entre otros (Márquez y
Delgado 2011).
Se definió como una movilidad de personas
que han sido forzadas a escapar de sus
hogares y buscar refugio en otra parte.
Obligadas a abandonar sus actividades
económicas como consecuencia de amenazas
a su vida, seguridad o libertad por violencia
generalizada o conflicto armado, pero que no
implica un cruce de fronteras (Abu­Warda
2005; Bernal 2008; Castles 2003; Gómez
2015; Martínez 2005; Martínez 2019; Ramos
2014; Sandoval 2015).

2.1 Migración indígena en México
La migración campo ciudad ha sido una de
las más estudiadas, asociada al proceso
acelerado de urbanización, los estudios
registran dichos movimientos a partir de los
40s, coincidiendo en que son resultado de la
centralización de servicios y del desarrollo,
ubicados en: Ciudad de México, Guadalajara
y Monterrey (Cárdenas, 2014).
En los 70s aparecen los primeros trabajos
sobre mujeres indígenas migrantes, entre
ellos el de Lourdes Arizpe, un estudio de caso
sobre las mujeres mazahuas en Ciudad de
México en el trabajo doméstico. En los
noventa destacan los estudios en Ciudad
Juárez, Chihuahua y Monterrey;
investigaciones que se suman a las
producidas en la misma década en Tijuana,
Guadalajara y la ciudad de México, analizan
organizaciones indígenas, segundas
generaciones de migrantes, así como los
estudios con enfoque de género. Otros sobre
la inserción al espacio a donde migran, la
reconfiguración o reafirmación de identidad
(Leal, 2012).
Algunos con perspectiva de género, que no
se dedican de manera exclusiva a las mujeres,

sino que son de corte antropológico que
hablan de las relaciones de género y el
impacto de las migraciones8 (Cárdenas,
2014). En la primera década de este siglo
hay una serie de trabajos, que analizan la
presencia de indígenas en las grandes
metrópolis mexicanas, y en ciudades medias,
resaltando los procesos de organización
sociopolítica relacionados con éstas, y los
cambios identitarios (Leal, 2012).
Los que hablan del desplazamiento forzado
interno resultado de los movimientos
armados: zapatismo en Chiapas; la
comunidad triqui en Oaxaca, enfatizando la
vulnerabilidad la violencia (Marmis, 2017;
Pecker, 2019). Y algunos otros situados en
Guerrero asociados al narcotráfico, pero no
se habla de migración forzada.
Entre los trabajos que analizan la migración
de mujeres indígenas desde la
interseccionalidad, encontramos los que
hablan de las que migran trasnacionalmente
y documentadas en trabajos de empleo
temporal como el de Lázaro y Juvany (2017).
Garduño (2018) quien habla de las
vulnerabilidades de las mujeres indígenas
migrantes en el mercado laboral agrícola; en
esta línea se inscribe el trabajo de López y
Vargas (2022), que estudian las violencias
interseccionales de mujeres jornaleras y en
trabajo doméstico en León. El estudio de la
interseccionalidad y el trabajo sexual
indígena en mujeres chiapanecas (Zarco,
2022). Y algunos otros, que hablan de la
interseccionalidad de mujeres indígenas no
mexicanas en México9. En cuanto a las

8 Para ampliar la información sobre las tendencias en los
estudios de migración indígena en México, revisar el trabajo
citado de Cárdenas, 2014.

9 Véase, por ejemplo: de la Reguera, A. F. Racismo y sexismo
en la detención migratoria: una mirada desde la
interseccionalidad. i gnos, 267. Calaza, I. G. (2023).
Vulneraciones del derecho a la salud de las mujeres
migrantes centroamericanas desde la perspectiva de género
y la interseccionalidad. UNIVERSITAS. Revista de Filosofía,
Derecho y Política,
(40), 20­87.

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 63

tsotsiles, el trabajo de Miranda (2018)
destaca un estudio de caso de una niña tsotsil
migrante, el análisis inicia desde la agencia y
las estrategias que desarrolla para enfrentar
las distintas formas de desigualdad.

3. Aproximación epistemológica y
metodológica.
“La metodología tiene como necesidad
primaria interpelar a quienes investigan y a
las prácticas de investigación en las cuales
nos encontramos” (Guerra 2018, 91), por ello
cuestiona el lugar que ocupamos en el
mundo, el por qué, para qué y para quién
estamos investigando. Esta investigación
surge del interés personal de quien escribe,
con la intención de intercambiar con las
mujeres tsotsiles para, a partir de este
intercambio, establecer un diálogo que
permita la comprensión de sus problemáticas
desde la visión que tienen de las mismas.
Cuestionando las premisas de neutralidad,
objetividad y universalidad del conocimiento,
reconociendo que este tiene una intensión, en
este caso académica y de denuncia que no
necesariamente responde a las necesidades de
las mujeres tsotsiles, pero que busca
visibilizar el papel que ocupan en el espacio,
los problemas que enfrentan y la forma en
que las desigualdades se interseccionan y
vulneran sus vidas. Considerando que hay
una desigualdad de poder entre quien
investiga y las investigadas, que sólo puede
ser solventada si se acepta la diferencia y se
busca el intercambio desde sus propias
formas de entender e interpretar la vida,
respetando tiempos, espacios y formas de
comunicación. Desde una perspectiva
feminista y de género. La aproximación es
cualitativa pues busca recuperar sus
vivencias.
Aquí se presentan resultados parciales. El
levantamiento de información se hizo en 3

momentos, el primero a través de un mapeo
en el que se identificaron los principales
espacios, donde ellas realizan sus actividades
económicas. Una de las dificultades era la
frecuencia, pues no siempre están en el
mismo espacio o en los mismos horarios,
pero además como resultado del acoso del
que son parte por quienes laboran en los
centros de día10, tienden a moverse para
evitar que las identifiquen a ellas o a sus hijos
e hijas.
La segunda, fue la aplicación de un
cuestionario para identificar las
características sociodemográficas, fue
procesado a través de Google Forms. De los
primeros cuestionarios se elaboró un guion
de entrevista que tenía por objetivo ampliar
la información sobre la percepción que tienen
de su vida tanto en la comunidad de origen
como en la de destino, la decisión de migrar,
los problemas y dificultades que enfrentan y
como los solucionan. Uno de los obstáculos
que enfrentamos fue la lengua, la primera
estrategia fue traducir al tsotsil en voz el
cuestionario, para las entrevistas se optó por
incluir a una traductora/interprete. Este
proceso fue acompañado por Hermelinda,
mujer tsotsil, las entrevistas se desarrollaron
en un periodo de 10 días, durante mayo de
2022. La decisión fue no traducir el guión de
entrevista de forma literal, sino que ella se
empapara de la idea general del proyecto,
conociera a las mujeres que queríamos
entrevistar y planteara las preguntas de tal
modo que ellas pudieran responder desde su
cosmovisión y su sentir.
Lo anterior combinado con la etnografía
multisituada, es una etnografía “móvil”,
diseñada alrededor de “cadenas, sendas,
tramas, conjunciones yuxtaposiciones de
locaciones en las cuales el etnógrafo

10 Se utilizan seudónimos para proteger la identidad de las
entrevistadas.

64
Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

establece alguna forma de presencia, literal o
física” (Marcus 2001, 118). Se eligió porque
se considera importante conocer el espacio
desde donde migran. Se realizaron dos visitas
a Chiapas, que incluyeron el municipio de
San Cristóbal y la cabecera municipal de
Mitontic, pero también de forma
experimental, su trabajo las ubica en los
principales cruceros y semáforos de la
ciudad, por tanto, están en continua
movilidad, así que las seguimos.
Pensar la interseccionalidad como
herramienta de investigación, implica
reconocer las desigualdades en las que nos
encontramos envueltas, modificar técnicas de
recopilación de información, buscar el
intercambio en espacios donde ellas se
sintieran cómodas, considerar que la
información que nos compartían no solo es
confidencial, sino que venían de espacios de
enunciación distintos a los nuestros.

4. Contexto de comunidad de origen
Chiapas históricamente se ha caracterizado
por su pobreza y marginación, lo anterior
responde a dos elementos que se han
entrecruzado, el primero de ellos es la
ubicación geográfica lo que dificulta la
comunicación con la capital, además de la
geografía, que lo vuelve una zona rica en
recursos naturales, pero compleja para fines
del “desarrollo”, entendido como
urbanización, industrialización y crecimiento
económico.
La población indígena, representa el 28.17%
de la población total y que históricamente se
ha considerado en desventaja con respecto
del resto de la población, pues ha quedado al
margen del desarrollo (tabla 1). Hasta el 2012
contaba con el 75% de la población en
situación de pobreza y pobreza extrema
(Aguilar 2016). Las desigualdades en México
son resultado de un desarrollo desigual que

se fortaleció con las políticas neoliberales,
generando “una dinámica de acelerado
deterioro social y territorial, lo que a su vez
ha llevado a un incremento en las
desigualdades territoriales” (Aguilar 2016,
144­145).

Tabla 1.

Fuente: www.coneval.org.mx
Teniendo como resultado la precarización de
ciertas regiones a nivel nacional que deviene
de una combinación entre el proceso
histórico de desarrollo económico, la
ubicación geográfica, las actividades
económicas y las dinámicas del mercado.
Generando espacios de exclusión como
Chiapas, el índice de analfabetismo hasta el
2000, en el cual se establecía que el 23% de
la población que no sabía leer ni escribir, por
encima de la media nacional que en ese
mismo año era de 9% (Aguilar 2016).

4.1 Mitontic: comunidad de origen
Mitontic es uno de los 124 Municipios del
estado de Chiapas, cuenta con 17 localidades,
sólo la cabecera municipal es urbana, las
demás son rurales. Es el 5º municipio con
mayor porcentaje de población indígena
(www.ceig.chiapas.gob.mx). Al 2021 contaba
con una población total de: 13, 755 habitantes
de los cuales 7, 022 son mujeres y 6,733
hombres. Que hasta el 2020 se encontraban

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 65

con un grado de marginación y rezago social
muy alto (CONEVAL, 2021).
Siendo además uno de los 44 municipios en
donde más del 90% de la población se
encuentra en condiciones de pobreza (tabla
2). Con una escolaridad de 6.6 años en
general, con 7.3 para los hombres y 5.99 para
las mujeres, al 2020 (CONEVAL).

Tabla 2

Fuente: 07_056_CHIS_Mitontic.pdf (www.gob.
mx)
La mayoría de las viviendas no cuentan con
servicios de agua potable, electricidad,
además del hacinamiento. La propiedad de la
tierra es comunal, pero hay un gran número
de familias que no tienen acceso a esta. El
ingreso que las familias perciben proviene de
la venta de mano de obra, que van desde los
jornales agrícolas, la construcción, la venta
de artesanías, la limpieza de casas y la
migración (Comunicación personal,
encargado del DIF, Mitontic, 2022).

4.2 Migración, interseccionalidad y
discriminación de las mujeres tsotsiles
Para comprender como se interseccionan las
distintas formas de discriminación en las
mujeres tsotsiles que migran a la ciudad de
Querétaro, es importante iniciar diciendo que
muchos de los elementos constitutivos de su
identidad indígena y de género están ligados
no solo a la desigualdad, sino a una
caracterización racializada de inferioridad

que ha sido heredada desde tiempos
coloniales y que no desaparece. A los/las
indígenas durante la colonia como afirman
Quijano (2000) y Segato (2007) se les
consideraba seres infantilizados, necesitados
de tutela e incapaces de valerse por sí
mismos, pero dicha percepción sobrevivió a
esta época y prevalece hasta nuestros días; lo
que se traduce en un imaginario que les
percibe como “personas imposibilitadas” de,
entre otras cosas ganarse la vida. De acuerdo
con Miranda (2018) en el sureste mexicano,
sigue vigente:

el modelo colonial de servidumbre
basado en diferenciaciones raciales en
donde las familias mestizas se atribuyen
el papel de educadoras y civilizadoras
frente a mujeres, niñas y adolescentes
indígenas y pobres, provenientes de
contextos rurales imaginadas como
‘seres carentes, cuyo futuro debe estar
ligado a la tutela’ (p. 58).

En Querétaro, no están incorporadas al
trabajo doméstico, hay dos formas en que se
les percibe, la primera es con “lastima”,
reflejada en caridad, hay mujeres que acuden
de manera regular a regalarles comida y agua.
O bien, los automovilistas que al verlas
cierran la ventilla, voltean la mirada o las
miran con desprecio. La situación de calle si
bien, en diversos estudios, está atada a la falta
de habitabilidad, (Arce y Di lorio, 2019), a la
indigencia, desviaciones sociales, drogas y/o
prostitución. Aquí se utiliza para referir al
espacio donde se desarrollan
económicamente.
Lo “indígena” está asociado a la carencia, su
llegada e incorporación a la vida económica
en el lugar de destino está marcada por esta.
Las características de 13 mujeres tsotsiles que
participaron son: 8 son de Mitontic, 1 de
Chalam, 1 de Alamul, 1 de Cuchumtóm y 1
de San Miguel Mitontic, solo esta última del
municipio de San Juan Chamula, todas

66
Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

trabajan con sus familias, algunas de ellas
con sus esposos e hijos/as y otras solo con sus
hijos/as.

Fuente: Autora, av. Constituyentes, Qro., marzo
2022
Se encuentran entre los 19 y los 32 años, a
excepción de Karen11 de 14 años; todas tienen
en promedio entre 1 y 3 hijos/as que las
acompañan. Una de sus estrategias para
sobrellevar las vulnerabilidades es la
maternidad “comunitaria”, cuidan de los
niños menores de 3 años sin importar quién
es la madre biológica, los traen ­como en la
foto­ cargados/as en la espalda para evitar
que puedan sufrir algún accidente. Son
infantilizadas, por los transeúntes y quienes
conviven con ellas, considerándolas “niñas”,
por la talla pequeña. Cuando preguntamos a
locatarios y personas que se dedican a
actividades similares si las habían visto, la
mayoría respondían: si son unas niñas… bien
chiquillas y todas traen un chamaco
cargando.
Se dedican a limpiar parabrisas, hacer
malabares, vender dulces o pedir dinero a
través de un letrero que explica que vienen
de una comunidad de Chiapas y necesitan
ayuda para sobrevivir. Están en los
principales cruceros de la zona metropolitana

y realizan estas actividades cuando el
semáforo está en rojo. Son actividades
económicas, pues es importante enfatizar que
“las prácticas de los individuos están
determinadas por la estructura de opciones
impuesta, que constriñe sus prácticas en cada
circunstancia histórica” (Martínez, 2014,
citado en Miranda, 2018, p. 59). No han
llegado al lugar en donde están solo guiadas
por una decisión personal, sino que la falta de
oportunidades educativas que se ha
acumulado por generaciones las lleva a no
tener una capacitación laboral, necesaria en
un mundo globalizado y capitalista, y si a
esto agregamos el monolingüismo tsotsil, en
un país que predomina el español, y se
considera a las lenguas indígenas “dialectos”,
han sido orilladas a tomar estas actividades
para sobrevivir. Sólo una de ellas estudió
hasta la secundaria, el resto tienen la primaria
(6 años), o estudiaron en promedio 3 o 4
años.

Foto: Margarita Cruz, diciembre 2021 11 Se utilizan seudónimos para proteger la identidad de las
entrevistadas.

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 67

Es una migración pendular, permanecen entre
2 y hasta 8 meses, se van por dos o tres meses
a sus comunidades de origen, las fechas en
que se encuentran en la comunidad de origen
están asociadas a los ciclos agrícolas, las
fiestas religiosas, así como algunas
festividades o condiciones personales como:
bodas, bautizos, enfermedad o muerte de
algún familiar cercano. O bien, el tiempo de
permanencia está asociado a los
compromisos económicos que hayan
adquirido en la comunidad de origen, Flor
nos cuenta: debemos dinero… un préstamo
de cuando estuve enferma… cuando se pague
regresamos12 (comunicación personal, 2022).
Y no se encontró un patrón específico. Quién
más tiempo tiene lleva 5 años, y quien
menos, llegó hace 1 mes ­al mes de marzo de
2022­, la mayoría llegaron porque alguien
más ya se encontraba en el lugar sea familiar
o conocido.
La principal razón para migrar es la
economía, consideran que no hay una forma
de obtener ingresos en sus comunidades de
origen. Así lo menciona Rosa: venimos por
dinero… allá no hay nada… solo trabajo en
el maíz y con poca paga… unos 40 o 70
pesos el jornal [día] no tenemos tierras ni
nada (comunicación personal, mayo, 2022).
En la mayoría de los casos rentan en zonas
populares o en la periferia en lugares que
oscilan entre los 1000 y los 1200 pesos
mensuales, los espacios son cuartos con baño
y cocina compartida y puede haber hasta 5
familias en un solo lugar.
Aunque la familia de Flor pagaba 5000 pesos
mensuales por una habitación, incluidos los
servicios, esta es una de las formas de
discriminación, pues en el mercado
inmobiliario en la ciudad de Querétaro se
pueden encontrar departamentos por la mitad

de eso, hablamos con la casera y su
explicación era: la renta es cara… porque son
muchos… pero además pobrecitos, nadie les
quiere rentar… entonces yo como quiera me
arriesgo al rentarles… pienso que son buena
gente… pero pobrecitos. En las
representaciones sociales se tiene un
imaginario de cómo debería verse una
persona con posibilidades de pagar una renta,
las mujeres y familias tsotsiles no cumplen
este perfil.
En otras entrevistas a quienes son vecinos/os
de ellas: son cerradas, viven todas juntas, yo
creo que son como 30 (risas) las que viven en
una casa […] niños, mujeres de todo hay […
] ha de ser para ahorrar […] (Coco13,
comunicación personal, octubre, 2022).
Rentan en la colonia San Francisquito, en el
centro, caracterizada por alta marginación y
problemas de seguridad; y Lomas de Casa
Blanca, en el Sur que comparte condiciones
con la anterior. Entonces, salen de un lugar
marginado con niveles de pobreza extrema y
poco acceso a servicios a otro, que no sólo se
encuentra marginado, sino que además los
margina con el excesivo costo de la renta o
con el rechazo que genera su presencia.
Karen señala:

Vine con mis abuelos y mi mamá… […
], rentamos un cuarto aquí en la Lomas,
mi papá murió en un accidente donde
trabajaba en la construcción, es primera
vez acá, llevó un mes, nos vamos a ir a
Chiapas en junio… llegamos porque allá
en mi comunidad no tenemos nada, ni
casa, ni tierras, ni nada, porque mi papá
murió…cuando estamos allá la gente
solo se dedica al maíz y esas cosas de la
tierra, a mí no me gusta nada, nada de mi
comunidad, porque hace frío y llueve
mucho… todo está lleno de lodo siempre
(comunicación personal, febrero, 2022)

12 Coco, es una estilista, mujer trans que tiene su negocio en
Lomas de Casa Blanca.

13 Coco, es una estilista, mujer trans que tiene su negocio en
Lomas de Casa Blanca.

68
Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

Además piensa que la mayoría de la gente de
su comunidad vive en “pocilgas”, que son
viviendas construidas con materiales como
madera, o laminas, con piso de tierra, poco
estables, ella y su familia empezaron a migrar
para construir su casa todos trabajamos, mis
hermanos mi mamá y yo…vamos a mita y
mita…y lo que se junta es para los gastos de
comida y casa y para construir nuestra casa
en Chiapas (Karen, 2022), se encuentran
distribuidos en la Ciudad y su mamá además
hace figuras de animales y las vende en las
esquinas. Lo que “ahorra” ella es para su
escuela o lo que ella quiera comprar, como la
ropa, pero no considera que les quede mucho.
La vivienda la consiguen a través de anuncios
en Facebook, cada vez que vienen tienen un
lugar diferente, pero en la misma zona. A
pesar de que para ella le va bien, en su relato
encontramos las principales problemáticas
que enfrentan, cuando le preguntamos si
había tenido problemas ella respondió:

No, la gente nos trata bien [¿por qué?],
pues nos dan dinero por nuestro trabajo,
una vez los de la basura nos vieron, nos
tomaron fotos y nos dijeron que le iban
a hablar al DIF para que ya no
estuviéramos aquí… si vinieron y se
iban a llevar a mis hermanas las chicas,
porque no estábamos en la escuela, pero
un amigo nos ayudó, no sé qué les dijo
(comunicación personal, Karen, 2022).

Este no es el único caso, nos encontramos
con otras dos mujeres que también han sido
confrontadas por las autoridades y como
negociación llevan a sus hijos/as al centro de
día dos veces por semana. Ya se hablaba de
la estructura y las formas de discriminación
que se intersectan en sus vidas, esta es una de
las más evidentes, quienes están adscritas a
dicha institución las perciben desde sus
conceptos: como necesitadas, abusadas o
violentadas, porque se encuentran trabajando
en situación de calle, sin embargo, ignoran el

contexto que las ha llevado a estar ahí, y lo
importante que es para ellas como grupo que
cada uno/a de los compone el núcleo familiar
obtenga un ingreso para solventar los gastos
y lograr las metas, para quienes trabajan en
el DIF, son “niñas” trabajando que deberían
estar en la escuela o ser “alejadas” de sus
padres que no pueden cuidar de ellas, pero
estructuralmente no se ofrece ninguna
alternativa a su condición.
La mayoría trabajan todos los días, descansan
un día a la semana, pero no siempre es el
mismo, las jornadas se desarrollan entre las
9 am y las 6 pm, tomándose un descanso para
comer que nunca tiene una hora fija, sino que
depende del tráfico, el número de “clientes”
o el dinero que hayan recolectado y las
facilidades del espacio en el que se
encuentren.
En la ciudad se tiene una temperatura que va
de los 9° C por las mañanas y que puede
llegar a los 35° C, que puede estar
acompañada de lluvia y temporadas de
temperaturas muy bajas, debajo de los 10°, se
encuentran continuamente expuestas no sólo
al clima, sino a la contaminación que produce
el tráfico diario. Además, enfrentan insultos,
malas caras y gritos cuando a la gente no le
parece que estén ahí, pero lo interesante es
que piensan que están mejor que en Chiapas.
Así nos lo dijeron Juana y Lupe, quienes
trabajan juntas en crucero para poder cuidar
de los más pequeños: la señora de la casa de
allá sale a veces… nos grita… nos insulta y
un día hasta pateo nuestras cosas… porque
no le gusta que estemos aquí…nosotras no
hicimos nada…solo la miramos
(comunicación personal, mayo 2022).
Por otro lado el trabajo que realizan no es
reconocido como tal, pues sus actividades se
consideran “indignas” pues tenemos una
historia que nos ha enseñado a despreciar la

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 69

pobreza, pues “los pobres son pobres porque
quieren” o porque “no le echan ganas”; sin
embargo, uno de los objetivos de la
investigación es dignificar sus actividades
para que sean consideradas como laborales,
que han sido orilladas por una historia y una
estructura que los/las margina, hasta el punto
de no tener otra posibilidad que recurrir a la
buena voluntad de las/los otros para
sobrevivir. Aquí es donde las intersecciones
juegan un papel importante, pues no podemos
solo considerar la pobreza, o la marginación
o la identidad étnica, o el género sino el papel
que en su conjunto ocupan en sus vidas. Otra
de las ideas que las/los acompañan proviene
de grupos de migrantes, quienes los
reconocen también en una escala de
inferioridad:

[…] el otro día pasó el señor de las
nieves, uno que trae su triciclo y vende
nieves; mi sobrina me pidió una y ya me
quedé platicando con el señor, que me
dice que es de Oaxaca, y le dije “ah,
como las muchachitas de morado”, y
como que se ofendió porque me dijo “no
señor, hay niveles, esas son de Chiapas”
(José Juan, comunicación personal, 3 de
julio de 2021).

También se encontró una diferenciación de
género en cuanto a las actividades del hogar,
la preparación de los alimentos, el cuidado de
los hijos/as, pero no así en las actividades
económicas, pues las actividades son
compartidas. La economía, al menos en lo
que ahora se ha identificado es familiar,
todos/as contribuyen a los gastos y pueden
utilizar parte de las ganancias para ellas/ellos,
pero no podemos asegurar que así sea en la
práctica.
Rosa, trabaja con sus dos hijas: Regina de 11
años y Andrea de 3 meses, vengo de Mitontic
en Chiapas, llevo tres años a la vuelta y
vuelta, mi esposo limpia aquí también los

parabrisas conmigo (comunicación personal,
mayo, 2022). En 3 de los casos encuestados,
los esposos tienen un trabajo fijo, en una
taquería, en un autolavado. En el caso de
Karen, si ha tenido problemas cuando trabaja
pues en la zona en que se pone hay “unos
vagos” que la molestan y que incluso la han
intentado golpear, su mamá salió en su
defensa y refiere que el problema se acaba
cuando les dicen que van a llamar a la policía
y aunque si lo han reportado nunca han
llegado las autoridades, pero ella piensa que
no pasa nada y que no corre peligro en su
trabajo pues solo es cuando andan drogados
(Karen, 2022).
En la comunidad de origen los usos y
costumbres impiden que las mujeres trabajen
fuera del hogar y aunque quisieran no hay
oportunidades laborales, la mayoría de las
mujeres tienen menos educación que los
hombres, pues ellas se incorporan a las
actividades del hogar desde una edad
temprana, en el cuidado de los más pequeños,
la preparación de alimentos, la recolección de
la leña, el cultivo o cualquier otra actividad
que tenga la familia. No deciden con quien
casarse pues la costumbre dicta que es el
hombre quien escoge a la mujer, va con los
padres y si cuenta con los recursos
suficientes, el matrimonio queda arreglado,
estos se dan entre los 11 y 14 años. Nos
cuenta Karen:

Me gusta aquí… allá en Chiapas ya hay
hombres que le dicen a mi mamá que me
quieren para casar, se usa así… llegan a
tu casa y le dicen a tú mamá o tú papá no
a ti, y si aceptan pues ya te casas […] las
mujeres allá no trabajan
[remuneradamente] solo están en la casa,
cuidan los niños, hacen las tortillas, van
por la leña… y así, pero no trabajan
(comunicación personal, febrero, 2022).

En la intersección del género se sigue
considerando el trabajo del hogar, los

70
Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

cuidados y las actividades de las mujeres
como un “no trabajo” pues están
naturalizadas como parte de las actividades
que les corresponden, por el simple hecho de
ser mujeres. Cuando agregamos a esto la
identidad étnica, el origen rural, la pobreza y
el monolingüismo, nos encontramos de
nuevo con una serie de vulnerabilidades que
se intersectan y generan discriminación y
exclusión, lo que imposibilita que puedan
incorporase a la comunidad de destino o
condiciones ya no digamos de igualdad, pero
dignas en donde puedan aspirar a un empleo
más allá de las actividades que realizan en
situación de calle.

V. Consideraciones finales
Es importante reconocer que las
desigualdades históricas y estructurales en
que se encuentran sumidas la mayor parte de
las comunidades rurales en general, pero aún
más las comunidades indígenas lleva a que
los lugares de origen sean sitios de expulsión,
donde en este caso las familias, se ven
obligadas a abandonar su hogar para obtener
ingresos que les permitan sobrevivir de una
manera digna con las/los suyos.
La desigualdad en que el desarrollo llegó a
los diferentes espacios en México ha
marginado de manera histórica y estructural
los espacios rurales, pero particularmente a
las comunidades indígenas que no fueron
reconocidas con derechos y posibilidad de
decidir sobre sus vidas en su diferencia sino
hasta principios de este siglo después del
levantamiento zapatista que inicia en el
estado de Chiapas.
Si consideramos que aún no se logra una
equidad entre mujeres y hombres en cuanto
acceso a oportunidades: educativas, de salud,
laborales, entre otras, es importante decir que
las mujeres indígenas se encuentran en una
posición aún más vulnerada.

Por ejemplo, el promedio educativo en
México es de 10.1 años al 2018, que, de
acuerdo con los resultados de este mismo
año, las mujeres en promedio tenían 10.5
años en las aulas y los hombres 9.8 (INEGI,
2018), cuando revisamos las características
de las mujeres tsotsiles, vemos que la
diferencia es de casi la mitad, y las mujeres
tienen menor educación que los hombres.
Nos enfrentamos a desigualdades que se han
acumulado de manera histórica pero que
además se interseccionan, poniendo a las
mujeres en una situación de vulnerabilidad.
En este caso vienen huyendo de la pobreza,
pero también de la opresión que las deja sin
posibilidades, por lo que se incorporan a
espacios laborales precarios, donde no sólo
no tienen las condiciones necesarias para
desarrollar sus actividades, sino que además
dependen del “ánimo y/o la voluntad” de los
transeúntes que pueden o no estar interesados
en los servicios que ofrecen o apoyar su
causa. No pueden aspirar a otros espacios
laborales, ya que no cuentan con una
“cualificación” que se los permita, en muchos
casos, ni siquiera con el idioma para
comunicarse libremente. La situación de calle
implica además otros riesgos, como los
experimentados por Karen.
Las autoridades no están interesadas en
atender el problema, pues al ser migrantes,
pendulares que no cuentan con un registro,
vivienda o empleo fijo, sólo aparecen en las
estadísticas como un número cuando se
contabiliza a la gente en situación de calle,
pero sin que se puedan identificar las
características y necesidades específicas que
tienen. Para poder atender los problemas que
enfrentan es importante empezar por
reconocer y visibilizar que están ahí
ocupando un espacio y realizando una
actividad remunerada. Como se mencionó es
una investigación en proceso y aún estamos

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 71

adentrándonos en ese mundo que las ha
marginado, pero con el cual conviven en su
cotidianeidad y que necesita incorporarlas, no
desde los estándares urbanos sino desde su
peculiaridad, su identidad y su cultura.

Bibliografía
Abu­Warda, N. (2008). Las migraciones

internacionales. ‘Ilu. Revista de Ciencias
de las Religiones, 33­50.

ACNUR (1999) Principios rectores de los
desplazamientos internos. Disponible en:
https://www.acnur.org/prot/prot_despl/5bf
f2c864/principios­rectores­de­ los­
desplazamientos­internos.html

Aguilar, T. (2016). Desigualdad y
marginación en Chiapas. Península, 11
(2), pp. 143­159. Disponible en:
https://doi.org/10.1016/jpnsla.2015.08.01
1

Arce, C., y Di Iorio, J. (2019). Prejuicios y
discriminación hacia personas en
situación de calle.

Arizpe, L. (1978). Migración, etnicismo,
cambio económico. Estudio sobre
migrantes campesinos a la ciudad de
México. El Colegio de México.

Baquero, J. (2017). Desigualdades
superpuestas, capas de desigualdad e
interseccionalidad: consideraciones
analíticas y aplicación al caso
colombiano. Análisis político,30(89), 59­
75.

Bernal, M. P. (2008). Múltiples caras del
estudio de las migraciones: límites y
posibilidades para el análisis de la
migración forzada. Revista Colombiana
de Sociología, (31), 115­135.

Bloch, A., y Dona, G. (Eds.). (2018). Forced
migration: current issues and debates.
Routledge.

Cárdenas, E. P. (2014). Migración interna e
indígena en México: enfoques y
perspectivas. Intersticios sociales, (7), 1­
28. Recuperado en 26 de junio de 2024,
de http://www.scielo.org.mx/scielo.
php?script=sci_arttext&pid=S2007­

49642014000100003 &lng=es&tlng=es.
Caro, P. (2017). Desigualdad y transgresión

en mujeres rurales chilenas: Lecturas
desde la interseccionalidad, género y
feminismo. Psicoperspectivas, 16(2), 125­
137.

Castles, S. (2003). La política internacional
de la migración forzada. Migración y
desarrollo, (1).

CEPAL, N. (2016). La matriz de la
desigualdad social en América Latina.
CEPAL.

CEPAL, N. (2018). La ineficiencia de la
desigualdad. CEPAL.

Escobar, A. (2002) “The problematization of
Poverty: The tale of the Three World and
Development” en Susanne Schech y Jane
Haggis, Development a Cultural Studies
Reader, Blackwell, Oxford, UK.

Escobar, A. (2010) Niñez y migración
forzada. Observatorio de los derechos de
la niñez y la adolescencia. Ecuador.
www.odna.org

Esteva, G. (2000) “Desarrollo” En Viola, A.
(Compilador) Antropología del Desarrollo
Barcelona: Paidós.

Esteva, G. (2009) “Más allá del desarrollo:
la buena vida”, En: La agonía de un mito
¿cómo reformular el “desarrollo”? Revista
ALAI, junio 2009, año XXXIII, II época,
Pp. 1­5

Expósito, C. (2012). ¿Qué es eso de la
interseccionalidad? Aproximación al
tratamiento de la diversidad desde la
perspectiva de género en España.
Investigaciones Feministas, 3, 203­222.
http://dx.doi.org/10.5209/rev_INFE.2012.
v3.41146

Garduño, E. (2018). Segmentación e
interseccionalidad en San Quintín:
feminización del mercado laboral y
vulnerabilidad de la mujer indígena en
San Quintín.

Gómez, C. (2015). De la migración
económica a la migración forzada por el
incremento de la violencia en El Salvador

72
Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

y México. Estudios Políticos, (47), 199­
220.

Golubov, N. (2019). Interseccionalidad. En:
Hortensia Moreno y Eva Alcántara
(coordinadoras) Conceptos clave en los
estudios de género. Volumen 1. UNAM­
CIEG. Pp. 197­214.

Guerra, M. N. (2018). Notas para una
metodología de investigación feminista
decolonial. Vinculaciones
epistemológicas. RELIGACIÓN. Revista
de Ciencias Sociales y Humanidades,
3(9), 90­101.

Lamas, M. (2019) Género. En: Hortensia
Moreno y Eva Alcántara (coordinadoras)
Conceptos clave en los estudios de
género. Volumen 1. UNAM­CIEG. Pp.
155­170

La Barbera, M. C. (2017).
Interseccionalidad= Intersectionality.
EUNOMÍA. Revista en Cultura de la
Legalidad, (12), 191­198.

Lázaro, R., y Jubany, O. (2017).
Interseccionalidad del género y mercado
de trabajo postfordista. La ventana.
Revista de estudios de género, 5(46), 202­
243.

López, S. E. J., y Vargas, R. R. (2022).
Violencia de Género Interseccional hacia
la mujer indígena, migrante y jornalera en
el municipio “Los Ramírez” León,
Guanajuato. JÓVENES EN LA
CIENCIA, 16.

Lugones, M. (2011). Hacia un feminismo
decolonial. La manzana de la discordia,
6(2), 105­119.

Marcus, G. (2001). Etnografía en/del sistema
mundo. El surgimiento de la etnografía
multilocal. Alteridades, vol. 11, núm. 22,
pp. 111­127.

Márquez, H., y Delgado W, R. (2011). Una
perspectiva del sur sobre capital global,
migración forzada y desarrollo
alternativo. Migración y desarrollo, 9(16),
3­42.

Martínez, H. (2019). Derechos Humanos y
migración forzada. Universitaria.

Martínez, G. (2005). Conflicto étnico y
migraciones forzadas en Chiapas. Política
y cultura, (23), 195­210.
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=
S0188­77422005000100012&script=
sci_abstract&tlng=en

Micolta, A. (2005). Teorías y conceptos
asociados al estudio de las migraciones
internacionales. Trabajo social, (7).

Miranda, S. (2018). Ser niña, indígena y
migrante. Curso de vida y agencia en
contextos sociales signados por la
violencia de género y la desigualdad. El
caso de una niña tsotsil originaria de los
Altos de Chiapas. Journal De Ciencias
Sociales, (11).
https://doi.org/10.18682/jcs.v0i11.823

Montanaro, A. M. (2016). Hacia el
feminismo decolonial en América Latina.

Moore Torres, Catherine. (2018).
Feminismos del Sur, abriendo horizontes
de descolonización. Los feminismos
indígenas y los feminismos
comunitarios. Estudios Políticos, (53),
237­259. https://doi.org/10.17533/
udea.espo.n53a11

Oyhantcabal, L. M. (2021). Los aportes de
los feminismos decolonial y
latinoamericano. Anduli. Revista
Andaluza de Ciencias Sociales, 20, 97­
115.

Ramos, E. T. (2014). Migración forzada y
violencia criminal: una aproximación
teórico­práctica en el contexto actual.

Reartes, D. (2017). Migración juvenil y
ejercicio sexual en los altos de Chiapas.
Estudios de género de El Colegio de
México, 3 (6), 184­204

Sachs, W. (2001). Development. Rise and
Decline of an Ideal. An Article for the
Encyclopedia of Global Environmental
Change [en línea] disponible en:
http://www.alliance21.org/2003/article29
08.html [Accesado el día 25 de enero de
2010]

Sandoval, C. (2015). No más muros:
exclusión y migración forzada en

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 73

Centroamérica. Editorial UCR: Costa
Rica.

Salgado, M. P. (2016). Feminismo/
Feminismos. Interdisciplina, 4(8).

Segato, R. (2007). Raza es signo. La nación
y sus otros, 131­150.

Trujillo, M., y Contreras, P. (2017). Desde las
epistemologías feministas a los
feminismos decoloniales: Aportes a los
estudios sobre migraciones. Athenea
digital, 17(1), 145­162.

Viola, R. (2000) “La crisis del desarrollismo
y el surgimiento de la Antropología del
Desarrollo” En Antropología del
Desarrollo. Teorías y estudios
etnográficos en América Latina.
Barcelona: Paidós

Zarco, A. (2019). Violencia estructural e
interseccionalidad en la inserción y salida
del fichaje y/o trabajo sexual indígena en
San Cristóbal de las Casas. (2674) [Tesis
de Doctorado, Universidad Autónoma de
Estado de Morelos]

74
Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales