La relación de MORENA y MAS con los
movimientos feministas e indígenas en México

y Bolivia (2018­2023)
The relationship of MORENA and MAS with

feminist and indigenous movements in Mexico
and Bolivia (2018­2023)

Adriana Cantón (*)
Rudy Guarachi (**)

Reseña biográfica
(*) Adriana Cantón es de nacionalidad mexicana, Máster en Democracia y Buen Gobierno
por la Universidad de Salamanca, España. Actualmente es asistente de Investigación en el
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Nuevo León­México.
ORCID: 0009­0008­6094­4392
C.E.: adrianacanton@usal.es
(**) Rudy Guarachi es de nacionalidad boliviano, Máster en Democracia y Buen Gobierno
por la Universidad de Salamanca, España. Actualmente es docente en la Universidad Privada
Franz Tamayo, La Paz­Bolivia. ORCID: 0000­0003­2781­156X
C.E.: rudy.nebo@gmail.com

Recibido: 16.04.2024 Revisado: 6.06.2024 Aceptado: 24.06.2024

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452

Con­Sciencias Sociales, 16(30): 06 ­ 22, junio 2024
ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452

https://doi.org/10.35319/consciencias.202430147

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CANTÓN, Adriana y GUARACHI, Rudy (2024). “La relación de MORENA y MAS
con los movimientos feministas e indígenas en México y Bolivia (2018­2023)”. Con­
sciencias Sociales, AÑO 16, N° 30, junio 2024, pp. 9­24. Universidad Católica
Boliviana “San Pablo”, Sede Cochabamba.

CON ciencias Sociales

Resumen
En 2018 y 2020 iniciaron los nuevos
gobiernos del Movimiento Regeneración
Nacional (MORENA) en México y del
Movimiento al Socialismo en Bolivia
(MAS). Estos dos partidos políticos se
fundaron como movimientos sociales, por lo
que deberían ser los más enfocados en
atender las necesidades de la población. Este
artículo estudia cómo eran y cómo son
actualmente, las relaciones entre los dos
partidos políticos y los colectivos feministas
e indígenas. Se seguirá una metodología
mixta, analizando datos oficiales y realizando
un estado del arte sobre el cambio de
relaciones entre MORENA y MAS, con los
movimientos sociales mencionados. Como
parte de los resultados se encontró que la
relación entre los partidos políticos y los
movimientos sociales seleccionados se ha
visto afectada negativamente. Así, las
conclusiones sugieren que no se respetó la
propia esencia de MORENA o de MAS,
prescindiendo de sus propios orígenes y de
los grupos sociales que les dieron apoyo para
llegar a la Presidencia.

Palabras clave: PARTIDOS POLÍTICOS;
MOVILIDAD SOCIAL; MÉXICO,
BOLIVIA; GOBIERNO; MOVIMIENTO
DE PROTESTA

Resumo
Em 2018 e 2020, tiveram início os novos
governos do Movimento de Regeneração
Nacional (MORENA) no México e do
Movimento ao Socialismo na Bolívia (MAS).
Estes dois partidos políticos foram fundados
como movimentos sociais, pelo que deveriam
ser os mais focados na resposta às
necessidades da população. Este artigo estuda
como eram as relações entre os dois partidos
políticos e os grupos feministas e indígenas
e como são atualmente. Será seguida uma

metodologia mista, analisando dados oficiais
e fazendo um estado da arte sobre a mudança
nas relações entre MORENA e MAS, com as
referidas mobilizações sociais. Como parte
dos resultados, constatou­se que a relação
entre partidos políticos e movimentos sociais
selecionados foi afetada negativamente.
Assim, as conclusões sugerem que a própria
essência do MORENA ou do MAS não foi
respeitada, independentemente das suas
próprias origens e dos grupos sociais que lhes
deram apoio para chegar à Presidência.

Palavras chave: PARTIDOS POLÍTICOS;
MOBILIDADE SOCIAL; MÉXICO,
BOLÍVIA; GOVERNO; MOVIMENTO DE
PROTESTO

Abstract

In 2018 and 2020, the new governments of
the National Regeneration Movement
(MORENA) in Mexico and the Movement
towards Socialism in Bolivia (MAS) were
inaugurated. Founded as social movements,
one could expect that these two political
parties should be the most focused on
addressing the needs emanating from the
population and social movements. This
article studies the relations between the two
political parties and feminist and indigenous
social groups. The research was based on a
mixed methodology, analyzing official data
and conducting state­of­the­art research on
the change in relations between MORENA
and MAS with the aforementioned social
mobilizations. The research shows that the
relationship between political parties and
selected social movements has been
negatively affected. Leading us to suggest
that the very essence of MORENA or MAS
was not respected, regardless of their origins
and the social groups that supported them in
reaching the Presidency.

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Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

Keywords: POLITICAL PARTIES;
SOCIAL MOBILITY; MEXICO; BOLIVIA;
GOVERNMENT; PROTEST
MOVEMENTS

1. Introducción y estado de la cuestión
En los años 2018 y 2020 entraron al Poder
Ejecutivo los nuevos gobiernos en México y
Bolivia, respectivamente. En México se
llevaron a cabo las elecciones federales,
donde Andrés Manuel López Obrador
(AMLO), con la coalición Juntos Haremos
Historia arrasó con el 53.19% de los votos.
Esta victoria lo convirtió en el candidato con
más votos en la historia de México (Aragón
et. al, 2019). El partido mayoritario1 por el
cual AMLO llegó a la Presidencia de la
República Mexicana fue el Movimiento de
Regeneración Nacional (MORENA), así que
se tenía esperanza íntegra en el partido
político, dado que, de acuerdo con Bolívar
(2014: 61) es el partido del
Lopezobradorismo.
En Bolivia, Luis Arce Catacora ganó las
elecciones generales al obtener el 54.73% de
los votos dando continuidad a la hegemonía
del Movimiento al Socialismo (MAS). Este
partido se ha caracterizado por concentrar un
amplio apoyo de sectores indígenas y
populares; empero, en 2019 fue acusado de
cometer fraude electoral. De igual manera,
esta victoria implicó un alto cuestionamiento
al resto de los partidos políticos, pues desde
2005 el gobierno no ha podido motivar una
segunda vuelta electoral frente al MAS, es
decir, lograr una diferencia menor a 10% con
el partido más votado.
En ambos casos, al ganar una elección
presidencial con esos porcentajes tan altos
podría pensarse que hay una confianza de la

población en ambos partidos políticos por
distintas razones. Para aclarar, las
percepciones de confianza serán presentadas
como similares entre los dos países. Aún más,
en la actualidad los datos comprueban que no
ha perdurado la confianza en los gobiernos
nacionales, ya que los mismos partidos
políticos tomaron acciones que conllevaron a
que perdieran el apoyo de quienes alguna vez
fueron sus votantes. En parte esto se debió al
auge de los movimientos sociales en ambos
países.
El concepto de Movimientos Sociales ha sido
reinterpretado en múltiples ocasiones a través
de su historia. Uno de los más notables
autores que profundizó en esta categoría
conceptual fue Mario Diani (1992) quien
afirmó que los movimientos sociales son
producto de un proceso social distinto, que
consiste en mecanismos a través de los cuales
ciertos actores se unen en favor de una acción
colectiva. Para Charles Tilly (1978), el
sociólogo estudioso de los movimientos
sociales durante el siglo XX, esta acción
colectiva surge de conflictos de naturaleza
política y/o cultural, por lo que los
movimientos sociales quieren promover o
rechazar el cambio social. Por ello, en
diversas ocasiones se ha relacionado a los
movimientos sociales con los gobiernos.
Como explican Della Porta y Diani (2020, p.
41) los colectivos quieren lograr cambios
estructurales organizados a nivel nacional,
destinando la mayoría de sus batallas en
contra de los gobiernos.

2. Material y métodos
Este artículo se rige bajo un paradigma
mixto, de corte transversal y alcance
descriptivo, que dada su naturaleza permite
narrar cómo ha cambiado la relación de los
partidos políticos MORENA y MAS, con los

1 Dado que se creó una alianza entre los partidos políticos:
Partido de la Revolución Democrática, Partido del Trabajo,
Movimiento Ciudadano, y MORENA.

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movimientos sociales feministas e indígenas.
Por un lado, se muestran datos duros que
representan la confianza de los gobiernos y
una explicación de qué forma se están
seleccionando y ligando a los países.
Por otro lado, el análisis cualitativo está
basado en el repaso de fuentes secundarias
por medio de una revisión del estado del arte
y un breve inicio de los partidos políticos
tanto del pasado como del presente, para
expresar qué acciones concretas pudieron
haber desalentado a dos grupos sociales a
confiar en MORENA como en MAS y el
momento específico. Seguidamente, se
complementó mencionando acerca de los
movimientos sociales seleccionados, los
cuales fueron las agrupaciones feministas y
los grupos indígenas.
En cuanto a los partidos políticos, también se
hallaron semejanzas, ambos partidos tuvieron
sus orígenes como movimientos sociales y
siguiendo esta línea, deberían ser quienes
más atiendan y entiendan a los habitantes de
cada país; datos que permitirán lograr el
objetivo central del artículo: describir cómo
ha cambiado la relación de MORENA y
MAS con los movimientos feministas e
indígenas que se encuentran en México y
Bolivia.
El énfasis de este texto se basa en los
movimientos sociales y sus relaciones con los
gobiernos que los rigen, de forma
generalizada, con los Estados en los que se
desarrollan, manteniendo la precaución en la
preservación y la relevancia de los colectivos
sociales.

3. Contexto y selección de países
Como parte del contexto mexicano, en 2012
se presentó el movimiento social #YoSoy132.
Este es conocido como una de las primeras
protestas estudiantiles en contra del candidato

presidencial del Partido Revolucionario
Institucional, Enrique Peña Nieto, en la
Ciudad de México. Este movimiento fue un
hito en la historia mexicana, ya que como
expresan Pérez­Zúñiga et. al (2014: p. 9):
“debemos entender que #YoSoy132 fue
apenas la primera advertencia de una nueva
generación exigiendo un espacio, pero al
menos hasta hoy, nadie les reconoce”.
Para el año 2017, empezó a considerarse un
actor relevante y permitió el desarrollo del
resto de los movimientos sociales para
manifestarse en oposición a alguien que sería
el presidente del país. Además no hubo figura
que liderara el movimiento sino que se
basaba en la horizontalidad y en la
inexistencia de jerarquías (Ortega, 2017)
contrario al caso boliviano.
Esto se debe a que Bolivia es un país que se
caracteriza por una larga tradición de
coordinación instrumental con movimientos
sociales, principalmente obreros e indígenas,
fuertemente impulsada por el MAS, quien
actualmente tiene como líder de partido al
expresidente Evo Morales, dirigente cocalero
de origen indígena de la zona del trópico del
departamento de Cochabamba.
Lo ocurrido en ambos países dan cuenta
sobre el poder de movilización de las
organizaciones sociales, principalmente
porque reúnen las aspiraciones de diferentes
sectores y además brindan legitimidad en la
gobernabilidad política. Además hay dos
consideraciones respecto a los dos países: la
primera es que se presentaban gobiernos
populares representados con un “giro a la
izquierda” que se llevó a cabo en América
Latina y definidos como: “una
resignificación en el imaginario político
latinoamericano como posibilidad de una ruta
ideológica de izquierda desde el Estado,
construyendo al sujeto político de «pueblo»

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Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

como una realidad histórica de acción
política” (Hernández et. al, 2021, p. 40).
La segunda idea está arraigada a la primera:
La ola progresista de inicios del Siglo XXI
impulsó al nacimiento de los movimientos
sociales progresistas de los cuales escribió
Della Porta (2023). La autora relaciona los
gobiernos con estos colectivos sociales
debido a que buscan alternativas políticas
para alcanzar la democracia plena, por lo que
los objetivos son aumentar la participación y
la deliberación de todas las organizaciones
para salvar la democracia en sus respectivos
países. Dentro de estos, Dalton y Kuechler
(1992) definen a los movimientos
progresistas ecologistas, pacifistas,
feministas, y los que persiguen el desarrollo
de los países tercermundistas.
Por esta razón, algunos gobiernos tienden a
buscar el control de estos grupos, cooptando
sus dirigencias con la intención de mostrar un
aparente respaldo popular que también
coadyuve a descalificar a aquellos disidentes
que se oponen. En este artículo se estudiarán
dos movimientos de los anteriormente
mencionados que se han levantado en contra
de los gobiernos que los lideran.
Para mostrar las características de cada uno
de estos países estudiados, véase la tabla 1.

Tabla 1. Características de Bolivia y
México

Nota: * Sobre 100
Fuente: Elaboración propia con información de
Datos Mundial (2023)
Se puede observar que hay diferencias
significativas entre las superficies y por ende,

la población que habita en los dos países. El
análisis debe tomar en consideración la
proporción de cada uno de estos territorios.
En adición, en Bolivia existen 37 idiomas
oficiales (la Tabla 1 presenta los tres con
mayor porcentaje) y uno de ellos (español)
coincide con el de México, que también tiene
más idiomas oficiales. Así mismo los índices
de corrupción más recientes fueron
exactamente iguales: 69/100, obteniendo una
calificación de “Malo”.
Por otro lado, hubo coincidencia entre los dos
países estudiados específicamente a partir de
2018 y la efectividad de los gobiernos ha
fluctuado de manera equiparable desde ese
momento.

Gráfico 1. Efectividad del gobierno en
Bolivia y México (2018­2022)

Fuente: Banco Mundial (2023)
El gráfico 1 mide la efectividad del gobierno
y sus parámetros son los siguientes:
percepción de calidad de los servicios
públicos, percepción de calidad de servicios
civiles, el grado de independencia de
presiones políticas, la calidad de la
formulación e implementación de políticas
públicas y la credibilidad del compromiso del
gobierno hacia esas políticas.
El énfasis del gráfico 1 comienza en 2018,
no sólo porque es cuando inicia el gobierno
de México, sino debido a que hay un punto
de encuentro: donde sube la efectividad del
gobierno boliviano a un 40%, y la del

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mexicano baja a un 42.5%. A partir de ahí, en
ambos países, hubo baja efectividad
gubernamental que osciló de forma similar:
decrecimiento en 2019, ligera mejoría en
2020, un nuevo descenso en 2021, mientras
que en 2022 se encontró un mejoramiento en
ambos países.
De forma general, los candidatos a puestos
de elección popular no pueden olvidar a las
multitudes de activistas, si pretenden el poder
(Pérez­Zúñiga et. al, 2014: p. 4); tenerlos a
su favor y movilizándolos en pro de su
discurso para lograr legitimidad.
Además será específico en el caso de los
gobiernos actuales, por lo que el texto cubre
los años 2018­2023, período que abarca
desde el inicio de los dos gobiernos hasta el
presente; haciendo referencia a la confianza
en el gobierno del mandato de AMLO (que
inició antes del boliviano). Estos parámetros
de confianza son medidos por el grado de
creencia de una persona o institución que
actuarán de forma consistente con sus
expectativas, tomando en cuenta variables
como la legitimidad de las instituciones y la
sostenibilidad del sistema político. Para
proporcionar mayor apoyo, véase el gráfico
2.

Gráfico 2. Confianza en el gobierno
nacional (2018) en los países de América

Latina

Fuente: Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OECD, 2019)
Como se puede observar, la confianza en los
gobiernos de Bolivia y México era similar en
2007 y durante el 2018 hubo una diferencia
de 10%. Además, considerando que ese año

MORENA entró al gobierno. Se presenta una
confianza del 30% (sobre 100) lo cual no es
una cifra alentadora.
La continuidad de ambos partidos políticos
en el Poder Ejecutivo se puede ver afectada,
especialmente en un contexto de elecciones
presidenciales el 2024 en México y el 2025
en Bolivia. De esta forma, se hace referencia
a los movimientos de origen que pasan a ser
partidos políticos, llegan a la Presidencia y
cómo cambia su relación con otros
movimientos. La selección fue simultánea
entre países que tienen similitudes tanto de
partidos políticos que solían ser movimientos
sociales.

4. Análisis y resultados

4.1. Los orígenes y la base del partido MAS
El nacimiento del MAS se produce en 1987
alejado de cualquier ideología reivindicatoria
de los pueblos indígenas como se caracteriza
en la actualidad. Ese año una facción del
partido de derecha Falange Socialista
Boliviana decidió cambiar su denominación
a Movimiento Al Socialismo Urzaguista.
Posteriormente, en su acercamiento a
movimientos sociales campesinos llevó a este
partido a ceder su sigla en 1995 a la
Asamblea por la Soberanía de los Pueblos.
Con esto se reestructuró el programa político
a uno que buscaba y apoyaba desde entonces
a la “construcción de la unidad política
campesina indígena y originaria” (Zuazo,
2009: p. 38) bajo una segunda denominación
que se une a la primera, Instrumento Político
por la Soberanía de los Pueblos (MAS­IPSP)
con la intención de concentrar las demandas
de estos sectores que fueron históricamente
invisibilizados en contextos específicos,
como las dictaduras militares y gobiernos
tradicionales.

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Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

Los conflictos sociales de 2003, originados
por la oposición ciudadana en la venta de gas
a Estados Unidos vía Chile, permitió que el
MAS consolidara su posicionamiento de la
mano de movimientos sociales para lograr la
presidencia en 2005; pues no existió partido
alguno que acumulara el capital político (Do
Alto, 2008).
En 2006 se promovió la Asamblea
Constituyente, finalizada en 2009, dando
paso a la conformación del Pacto de Unidad
(Garcés, 2010). Esta era una articulación de
organizaciones que reunía a diferentes
movimientos sociales que después de la
promulgación de la Constitución que daba
nacimiento al Estado Plurinacional,
constituía la base sociopolítica del MAS. La
misma concentraba la mayor parte de
movimientos indígenas y obreros del país,
exceptuando a los comités cívicos que
significaron el principal referente de
oposición política.
No obstante, el MAS trata de cooptar a estos
movimientos y expresa su descontento
cuando no logra hacerlo (Salman, 2011: p.
38). Es decir, el sostenimiento de este vínculo
se dio de dos formas. La primera producida
al interior del aparato estatal por medio de
nombramientos y reservas de cargos
públicos. La segunda efectuada en las
direcciones sindicales para extender el
mandato de los dirigentes o el reemplazo de
los mismos por otros afines al MAS. Ello
provocó (en el largo plazo) una pugna
constante por llegar a las más altas
representaciones para el acceso directo a
cargos públicos o se producían los
paralelismos sindicales para promover una
falsa legitimidad. De esta forma, la
acumulación de desconfianza y descontento
de la población por las acciones del MAS le
significaron al partido un revés matizado por
el hartazgo hacia un presidente caudillista

que justifica su cuarta reelección como un
derecho humano.

4.2. Primeros acercamientos de MORENA
con los movimientos sociales
Tal como se mencionó anteriormente, el
partido gobernante en México es MORENA,
fundado por AMLO en 2011, siendo un
movimiento social de izquierda nacionalista,
bajo el eslogan de ser “La esperanza de
México”. Así mismo, MORENA también es
una asociación civil que se propone estar
abierta a todo el público, y poder involucrar
a los ciudadanos en una lucha política, social
y electoral (Martínez, 2014).
Desde sus orígenes MORENA ha sido
estrechamente vinculado con la ciudadanía y
con ser un partido totalmente enfocado en el
bienestar de la población mexicana,
específicamente en los más desfavorecidos.
Así retomó su dicho el mandatario mexicano
en su quinto Informe de Gobierno, el 1 de
septiembre de 2023 al decir que: “¡Por el bien
de todos, primero los pobres!”. Además de
haber sido el fundador de MORENA, AMLO
fue su líder, el cual se enfocó en construir una
identidad colectiva (Bolívar, 2017: p. 106).
Si bien, el inicio del gobierno fue un
acontecimiento, a palabras de Esteinou
(2019: p. 13): “arrollador y asombroso”, se
presentaron demandas y movilizaciones en
contra de MORENA. Entre ellos, ha sido el
movimiento feminista quien ha demostrado
ser un gran contrapeso del partido político. A
decir de Beer (2021: p. 9): “la primera mitad
de su mandato fue consumida por masivas
protestas feministas” especialmente tras el
aumento desmesurado e imparable de los
feminicidios en el país donde no se han
presentado respuestas concretas.
Por otro lado, MORENA también se ha
relacionado con otro grupo social: las

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movilizaciones indígenas. Estos son aludidos
desde su proyecto político bajo el lema Por
una nación pluricultural y el respeto a los
pueblos indígenas. En este apartado se
expresa:

MORENA lucha porque a los pueblos
indígenas se reconozca el derecho a la no
discriminación; el derecho a la
integridad cultural; los derechos de
propiedad, uso, control y acceso a las
tierras y los recursos; el derecho al
desarrollo y bienestar social, y los
derechos de participación política,
consentimiento libre, previo e informado
(MORENA, 2011).

No obstante, cuando se presentó la idea del
Tren Maya se estaba firmando un inevitable
enfrentamiento y ruptura entre este proyecto
propuesto por MORENA y los derechos
indígenas que supuestamente el partido
político buscaba salvaguardar; pues este
proyecto es el más importante del Plan
Nacional de Desarrollo 2019­2024 para los
estados del sur (Barón et. al., 2022). Al
hacerlo, se debería realizar un
reordenamiento territorial para dar acceso a
este ferrocarril que abarcaría el sureste
mexicano como parte de un proyecto de
modernización. Empero, para su
construcción era necesario hacer un sacrificio
de tierras vírgenes en los estados de Guerrero,
Chiapas, Oaxaca, entre otros, donde
actualmente habitan estas comunidades
mexicanas aunado a un daño innegable al
medio ambiente.
Esto ha creado tensión y cuestionamientos
acerca de cuánto acata —o no— el Proyecto
de MORENA acerca de respetar los derechos
de propiedad y el acceso a las tierras de la
comunidad indígena después del inmenso
apoyo que ha tenido el partido político por
parte de este grupo. En adición, se comentará
acerca de que éste es un grupo representativo,

por lo cual se enfatizará más adelante en qué
medida apoyaron a MORENA en las
elecciones presidenciales de 2018.

4.3. Encuentros de MAS y MORENA con el
oleaje feminista
Tras la lectura sobre cada uno de los países,
es posible hallar paralelismos entre cómo se
desarrollaron los partidos políticos en sus
inicios (Bolivia) y las acciones concretas
durante el período gubernamental que
afectaron a cada uno de los movimientos
sociales (México). En cualquier caso, los
datos también corroboraron una pérdida de
confianza del electorado.
Los movimientos feministas son
conformados por diversos grupos feministas
que pueden tener distintas visiones de la
lucha. Por ejemplo, existen colectivos de tipo
radicales, socialistas, de igualdad,
transfeministas, libertarios, entre otros
(Sánchez, 2024: p. 5). No obstante,
encuentran una similitud que las une, las
unifica y las reúne en ciertos momentos de
necesidad. Castells (2001: p. 202) lo explica
como una comunidad que se cohesiona
gracias al: “esfuerzo histórico, individual y
colectivo, formal e informal, para redefinir la
condición de la mujer en oposición directa al
patriarcado”. De igual manera, es
responsabilidad del Estado proporcionar
seguridad a las mujeres. Este tema es
necesario de profundizarse ya que como
comenta Mérola (1985: p. 130): “la mujer en
Latinoamérica está sometida a una situación
de opresión e injusticia específica, mucho
más aguda que en otros países de Europa o
Norteamérica”.
Una de las grandes molestias que se encontró
en Bolivia y en México es la tasa de
feminicidios en ambos países, la cual ha ido
en aumento. Cifras que siendo contrastadas
con la cantidad de habitantes por país, se

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Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

encuentran entre las tasas más altas de la
región. Por ejemplo, en 2021 Bolivia registró
una tasa de 1.8 y México 1.6 feminicidios por
cada 100 mil mujeres (gráfico 3).
Gráfico 3. Números absolutos y tasas de

feminicidios en 21 países de América
Latina durante 2021

Fuente: Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL, 2021).
En el momento actual (2023), los datos
recabados no apuntan a un mejoramiento. En
el caso de Bolivia, entre enero a junio de
2023 se han registrado 47 feminicidios
(Fiscalía General del Estado, 2023); mientras
que en México, durante la primera mitad del
año se reportaron 500 feminicidios, 81 de
estos durante el mes de junio (Secretaría de
Seguridad y Protección Ciudadana, 2023: 9).
Bajo este hecho, los habitantes de ambos
países deciden asociarse civilmente para
exigir soluciones acertadas y rápidas.
En el caso de Bolivia, la consigna del Proceso
de Cambio, institucionalizada por el MAS,
no consideró ningún vínculo directo con
movimientos feministas representativos o
luchas concretas sobre problemáticas que
atañen a las mujeres, pero posibilitó la
ruptura en la “interpretación simbólica”
(Díaz, 2012: p. 77) de la posición de la mujer
indígena en la política boliviana que hasta
entonces había sido dominada por grupos
conservadores. El Pacto de Unidad, que
constituye la base política de este partido
integró a la Confederación Nacional de
Mujeres Campesinas de Bolivia “Bartolina
Sisa”, representando de esta forma a un
sector de la sociedad que sufrió

históricamente una doble discriminación: una
por ser mujeres y otra por ser campesinas­
indígenas, significando en ellas “una mayor
vulnerabilidad en diversos espacios; (…) el
comunitario y el de la sociedad en general”
(Delgadillo y López, 2023: p. 135).
Esta nueva base ideológica promovió la
política gubernamental de
despatriarcalización, la cual es un: “proyecto
decolonial para potencializar a las mujeres en
su redefinición de sujetos de lucha histórica
y como garantía de equidad e inclusión”
(Roncal y Calderón, 2019: p. 65) que
posibilitó el plan Mujeres Construyendo la
Nueva Bolivia para Vivir Bien. El mismo fue
desarrollado con la participación de mujeres
de organizaciones sociales afines al MAS,
que entre sus ejes buscó crear condiciones
para erradicar la violencia de género. Más
allá de las intenciones del plan, las cifras de
violencia opacaron estos esfuerzos y no
permitieron visibilizar su efectividad de
forma independiente. Por ejemplo, en 2010
se reportaron 5.863 casos de violencia física
y sexual hacia mujeres, en 2013 ascendería a
7.230 y para 2015 sumarían 7.104 (Instituto
Nacional de Estadística, 2023).
Sobre este contexto, los movimientos
feministas cobran particular relevancia entre
2012 y 2013 por los casos emblemáticos de
feminicidio de la concejala municipal Juana
Quispe y la periodista Hanalí Huaycho. En
ambos las manifestaciones sociales
motivaron un reproche generalizado que
contrastó las acciones gubernamentales del
MAS con las estadísticas negativas que
sufrían las mujeres, justificado en muchos
casos por prácticas de carácter cultural,
orillando al partido a trabajar con
organizaciones feministas para construir
leyes de protección hacia las mujeres.
En adición es importante remarcar las

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distancias identitarias entre el movimiento
feminista y el movimiento de mujeres
indígenas y cómo el MAS supo utilizar esta
diferencia para sumar legitimidad política,
pues por una cuestión ideológica­cultural las
organizaciones indígenas no asimilan el
feminismo como una orientación de lucha
política, porque la consideran ajena su
realidad social (Díaz, 2012). Por tanto no les
resulta importante cuestionar las acciones
patriarcales del gobierno y tampoco apoyar
propuestas feministas (como la
despenalización del aborto) ya que iría en
contra de sus costumbres. Esta discordancia
posibilita que el MAS no les dé la suficiente
relevancia a temas de la problemática de las
mujeres y solo se limite ineficientemente a
cumplir los criterios de paridad y alternancia
en cargos públicos.
Por otro lado, en el caso de México,
MORENA mantiene el lema feminista ¡Sin
mujeres, no hay transformación! Aunado a
ello:

En la plataforma electoral de Morena la
equidad de género se considera un
aspecto fundamental del proyecto de
nación, lo que significa garantizar los
derechos de las mujeres a través de
políticas públicas que atiendan, por
ejemplo, las expresiones de violencia en
contra de las mujeres (Morales y Palma,
2019: p. 50).

En realidad, durante las elecciones
presidenciales de 2018 ninguno de los
partidos políticos se comprometió a
desarrollar una agenda de género, además
que en las 209 giras que realizó AMLO
solamente una vez se refirió al tema de
equidad de género (Morales y Palma, 2019:
48; 51). Es decir, no hubo un compromiso en
la campaña electoral de MORENA de
salvaguardar aquello que viene en su
plataforma ni en su Programa, enfocándose

mayoritariamente en temas como la
corrupción pero dejando de lado al colectivo
feminista.
A manera de solución ante esta falta de
obligación con las mujeres, se designaron a
prominentes feministas para cargos
importantes en el gobierno, desde el gran
número de Senadoras en el país, las cuales en
2023 representan el 48.2% de la totalidad
(Instituto Nacional de Mujeres, 2022) hasta
el punto de encontrarse nueve gobernadoras
en México en el mismo año. A pesar de ello,
de acuerdo con Beer (2021: p. 9): “también
ha desestimado los problemas diarios de las
mujeres”. De forma similar Gelb (1989,
citado en Cerva, 2019: p. 3) menciona que
grupos civiles (tales como este colectivo
feminista) cuentan con mayor independencia
de los partidos u otras organizaciones y por
ende, tienen una mayor capacidad de
desarrollar estrategias y de definir su propia
agenda.
El hecho de que el colectivo feminista se
desafilie del gobierno se debe al auge de las
demandas por las altas tasas de feminicidios
en México, con relevancia a un año de que
MORENA ingresara al Poder Ejecutivo,
específicamente a partir de los últimos meses
de 2019. Las movilizaciones de jóvenes
mujeres “han protagonizado a la fecha uno de
los movimientos más novedosos, radicales y
estimulantes de las últimas décadas (Álvarez,
2020: p. 148).
Lo siguiente no mejoró debido a que para
2020 el panorama seguía desfavorable para
las mujeres, debido a que el gobierno
nacional cortó más de 37 millones de pesos
al presupuesto otorgado a la Alerta de
Violencia de Género contra las Mujeres,
específicamente en las entidades que más
feminicidios registraron en el 2020 (García,
2021: p. 45). Estos sucesos terminaron de

18
Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

hacer despertar al movimiento feminista, que
se reconoce que se encuentra en su cuarta ola,
siendo distinto a todo lo anterior que se había
vivido en el país.
Este nuevo tipo de feminismo es diferente a
los anteriores que se habían presentado, ya
que no tiene un liderazgo específico sino
unificado donde todas participan
equitativamente, además de que se reconoce
que es un movimiento confrontativo y
directo. Es decir, el colectivo toma acción sin
miedo a las represalias, exigiendo que el
gobierno atienda la seguridad de las mujeres
(Martiñón, 2022). Esta es otra diferencia con
los movimientos anteriores, los cuales se
enfocaban en temas como la desigualdad de
oportunidades.
Como se comentó, existe la posibilidad de
sanciones para el colectivo feminista debido
a que: “(...) durante las diferentes
manifestaciones, diferentes símbolos
históricos, patrios, monumentos, han sido
vandalizados o alterados físicamente”
(Hernández, 2022: p. 83). Esto resulta ser una
máxima expresión de descontento para con el
régimen político, llegando a ser estas
alteraciones en las propias instituciones de
gobierno; un descontento por las acciones
insensibles del gobierno de MORENA,
quienes se limitan a pedir a las feministas que
no pinten las puertas o paredes (Cerrillo,
2020). No obstante, sí se han invertido
esfuerzos en solucionar este tema en el país
por medio de la implementación y
promulgación de leyes y de endurecer las
penas de cárcel.
Así, el movimiento feminista “ha fungido
como oposición por su capacidad de
cuestionar la actuación e indiferencia de la
actual administración que prometía cambios
estructurales y mayor respeto a los derechos
humanos” (García, 2021: p. 49).

4.4. Levantamientos de colectivos indígenas
en Bolivia y en México
En los dos países estudiados en este artículo
existe una cantidad representativa de grupos
indígenas. En el caso boliviano, la propia
Constitución reconoce la preexistencia de 36
pueblos indígenas y de acuerdo con el último
censo, la población auto identificada como
indígena ascendió a un poco más de cuatro
millones de personas, correspondiente al 41%
de la población (Instituto Nacional de
Estadística, 2023). Por otro lado, en México:
“por lo menos coexisten 68 grupos étnicos y
alrededor de 25 millones de personas que se
autoidentifican como indígenas (equivalente
a 21.5% de la población)” (Márquez &
Martínez­Hernández, 2022: p. 103) (gráfico
4).
Gráfico 4. Población indígena en México

y Bolivia

Fuente: Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL, 2012)
Observando gráficamente es imposible negar
la importancia que tiene un grupo de más de
40% de toda la población, tal como es el caso
de Bolivia. En México este porcentaje es
considerablemente menor, pero tomando en
consideración que el país norteamericano
tiene una mayor población, índices de
migración más altos, entre otros.

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En Bolivia, la defensa y promoción de
derechos de los pueblos indígenas ha sido y
es la base programática del MAS, asumiendo
la dirección de estos movimientos sociales y
logrando su articulación a la institucionalidad
del Estado. Siendo posible por medio de la
apropiación de la cuestión étnica,
principalmente discursos y símbolos
indígenas que “amplió su proceso de difusión
a otras poblaciones que forman parte del
conglomerado denominado Estado
plurinacional” (Yela y Navarro, 2015: p. 55).
La defensa del indígena, al cual el MAS
ubicó como sujeto primario, tuvo su ruptura
en 2011 con la posición autoritaria del
gobierno en la construcción de una carretera
que atravesaba un área protegida,
denominada Territorio Indígena y Parque
Nacional Isiboro Sécure, y que frente a
diferentes marchas de oposición se decidió
desatinadamente hacer uso excesivo de la
fuerza pública contra indígenas. Entre ellos
mujeres, niños y ancianos, un hecho que
motivó el alejamiento de organizaciones
indígenas, autoridades y militantes del
partido (Estremadoiro, 2020).
Asimismo, la tradición monoproductora en la
extracción de recursos naturales y la
ineficiente visión de industrialización
promovió grandes afectaciones a
comunidades y territorios indígenas por la
explotación descontrolada de minerales, no
pudiendo reducir el impacto porque las
cooperativas mineras tienen una importante
representación política al interior del
gobierno.
Estas contradicciones generaron un
descontento social hacia las bases ideológicas
del partido, a sus militantes y las acciones
autoritarias para mantener el poder de
gobierno. Como sostiene Díaz (2019: p. 16):
“En su obstinación con creerse

irremplazables no les importó poner a
trabajadores y campesinos contra clases
medias en un cuadrilátero”. De esta forma,
las bases sociales dejan de proporcionar la
legitimidad suficiente en la gobernabilidad y
las organizaciones sociales demarcan un
distanciamiento entre ellas. Así: “el MAS
permanece como una fuerza relevante gracias
al voto de los sectores menos favorecidos,
pero ya no victoriosa, por el retroceso en los
barrios de composición media o con
movilidad social ascendente” (Romero, 2022:
p. 102), además de incentivar a los nuevos
votantes a buscar una alternativa al
monopolio hegemónico de este partido.
En México, tras el nombramiento de López
Obrador como presidente del país se llevó a
cabo en el Zócalo de la Ciudad de México
una investidura del mismo como máxima
autoridad de un grupo indígena, el primero
en la historia del país (López, 2021: p. 31).
Los grupos indígenas apoyaron fuertemente
al partidario de MORENA después de que la
candidatura independiente de la mujer
indígena María de Jesús Patricio Martínez
(mejor conocida como Marichuy) no logró
las firmas suficientes para completar su
registro.
Esto fue un movimiento decisivo desde dos
ángulos: primeramente, a pesar de no haber
logrado su meta, la participación de
Marichuy en el proceso confirmó que se
estaba formando una cultura política indígena
en el país. En este sentido, AMLO los
involucró como parte de su campaña
entendiendo que su exigencia era: “dejar de
ser sujetos de atención y en cambio ser
reconocidos como titulares de derechos, para
que sean ellos quienes diseñen y conduzcan
su destino” (López, 2021: 31). Así, el inicio
del sexenio de AMLO parecía ser apoyado e
impulsado por aquellos indígenas que
votaron por él.

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Año 16, nº 30, junio 2024CON ciencias Sociales

De acuerdo a Márquez & Martínez­
Hernández (2022: p. 101): “los votantes
autoidentificados como indígenas y mulatos,
sufragaron significativamente más por el
candidato ganador”. Esto quiere decir que
había una relación preexistente que se
mantuvo hasta el reconocimiento de AMLO
como Presidente. Con ello, la propuesta del
Tren Maya fue inesperada y no se recibió de
buena forma, aunado a acciones que apuntan
a que MORENA no respetó sus
compromisos, sus derechos de propiedad y
del uso, control y acceso a sus tierras. Ante
ello el Gobierno de México realizó un
análisis social donde se reveló que: “El
etnocidio puede tener un giro positivo, el
etnodesarrollo” (Ansótegui, 2021: p. 10).
Ante ello, el movimiento indígena
revolucionario más importante en México, el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN), se levantó en contra de MORENA
debido a que manifestaron sentirse expuestos
a una manipulación gubernamental. La
indignación del colectivo se debía a un
sentimiento de traición, debido a que
apoyaron a AMLO a llegar a la presidencia
por medio de su voto, lo apuntaron como su
autoridad y éste mantiene un discurso de
respetar a los pueblos originarios.
No obstante, en la realidad se les ha negado
la libre determinación y los asuntos les
compete y les afecta, ignorando lo estipulado
en la Constitución. Así, Ansótegui (2021: p.
8) menciona que: “La resistencia del EZLN
no es sólo un rechazo al Tren Maya sino a la
política de la 4T cuya falta de reconocimiento
(...) se inserta en la lógica de la
invisibilización de los pueblos indígenas”.
A pesar de ello, el proyecto del Tren Maya
siguió su curso y será inaugurado en
diciembre de 2023, mientras que las
elecciones generales en México se llevarán a

cabo el 02 de junio de 2024.
Con los dos eventos a únicamente medio año
de distancia, cabe preguntarse si sería posible
que los colectivos indígenas pudieran aplicar
un voto de castigo en contra de MORENA, y
dar su voto de confianza a otro partido
político que no hubiera “roto” la promesa de
considerarlos actores importantes en el
gobierno, lo cual resultó ser inconsistente.
Además ya se ha demostrado que los
movimientos indígenas se han incorporado a
la política mexicana, por lo que es
significativo considerar hacia qué partido
político se tornará su intención de voto, o si
se mantendrá por MORENA.

5. Discusión y conclusiones
A partir de un repaso de las relaciones tanto
de MORENA como de MAS con los
movimientos sociales que se han
manifestado, primero a favor y después en
contra, se descubrió que actualmente las
relaciones son tensas a su vez que los
colectivos se unen y se fortalecen cada vez
más. En ambos países se presentaron
distintos momentos en los que los colectivos
apoyaron a los partidos políticos; pero
situaciones como hartazgo, percepción de
fraude o sentimiento de traición de confianza
hizo que se perdiera el apoyo de ciertos
colectivos.
Además, se observó la gran importancia que
tienen tanto los grupos feministas como
indígenas, siendo ambos miembros activos
que tienen el poder de paralizar la política de
sus respectivos países. Por lo tanto no deben
ser marginados. Por el contrario, este artículo
es una llamada de atención hacia los Estados
para ocuparse de las necesidades de los
movimientos sociales como legítimos
ciudadanos que no se están viendo
completamente representados.

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Este texto ha sido una útil revisión de lo que
han vivido los movimientos sociales y por
qué han decidido unirse con un objetivo
común: ser escuchados y convertirse en un
contrapeso para los Estados. Para que estas
movilizaciones existan deben haber puntos a
mejorar que los ciudadanos han identificado
y hayan expresado o no, pero no han sido
atendidos hasta este momento.
Como parte de las limitaciones del presente
artículo se encuentra la selección entre los
dos movimientos sociales que serían
abordados, existiendo más asociaciones
civiles que podrían ser tomadas en
consideración para futuras investigaciones.
En adición a ello, si bien la selección entre
los países de Bolivia y México fue
meticulosa debido a las estrechas similitudes,
futuras líneas de investigación deberán
considerar más países de la región para
fortalecer el análisis comparativo.

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