ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 43


RELEVANCIA CONTEMPORÁNEA DE LAS
DECLARACIONES DE BARBADOS:
LUCHAS INDÍGENAS Y DESAFÍOS

ACADÉMICOS

CONTEMPORARY RELEVANCE OF THE
BARBADOS DECLARATIONS:

INDIGENOUS STRUGGLES AND
ACADEMIC CHALLENGES

Adhemar Mercado A

Johnny Mercado B


Reseña biográfica
A Nacionalidad boliviana, es doctor en Relaciones Internacionales otorgado por la Universidad
de Aberystwyth, en Gales. Actualmente, es docente en el Departamento de Filosofía y Letras
y es investigador adjunto del Centro de Investigación del Departamento de Ciencias Sociales
de la UCB Sede Cochabamba ­ Bolivia. Anteriormente, fue docente durante varios años en la
Universidad de Groningen, Países Bajos. https://orcid.org/0000­0002­7028­0779, C.E.:
adhemar.mercado@ucb.edu.bo
B Nacionalidad boliviana, es doctor en Historia de las Religiones de la Universidad de
Ratisbona, Alemania. Actualmente, es jubilado, realiza investigaciones por cuenta propia y
es miembro de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Cochabamba ­ Bolivia.
https://orcid.org/0009­0006­1747­8387, C.E.: jmercado.laz@gmail.com

Adhemar Mercado y Johnny Mercado (2023). “Relevancia contemporánea de las
declaraciones de barbados: luchas indígenas y desafíos académicos”. Con­Sciencias

Sociales, Año 15, N° 29, diciembre 2023, pp. 39­54. Universidad Católica
Boliviana “San Pablo”, Sede Cochabamba.

Con­Sciencias Sociales, 15(29): 06 ­ 22, agosto­diciembre 2023
ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452

https://doi.org/10.35319/consciencias.202329143

CON ciencias Sociales

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Año 15, nº 29, diciembre 2023CON ciencias Sociales

Resumen
Este trabajo analiza las repercusiones
duraderas de las tres “Declaraciones de
Barbados” emitidas en 1971, 1977 y 1995
sobre la situación de los pueblos indígenas en
América Latina. A lo largo de más de 50
años, estas declaraciones desafiaron no solo
las convenciones académicas, sino también
desmantelaron los discursos etnocidas
difundidos por el indigenismo integracionista
de los gobiernos de la región. George
Grünberg uno de los principales
organizadores de los simposios, destaca que
Barbados puso fin a la doctrina del
indigenismo institucionalizado por los
Estados americanos. Actualmente, aunque
persisten posturas racistas, los líderes
políticos latinoamericanos evitan utilizar un
lenguaje integracionista que predominó en el
siglo XX. Las reuniones de Barbados
proporcionaron insumos teóricos para que las
organizaciones indígenas canalizaran sus
reclamaciones, especialmente en torno a la
demanda por la tierra y el territorio, la
autodeterminación y la preservación cultural.
Este ensayo se propone examinar los
documentos emanados de esas reuniones de
Barbados, destacando su cambio
paradigmático y su impacto en foros
políticos. Revela tensiones actuales en las
constantes luchas indígenas por su
supervivencia y señala la persistencia de la
opresión estructural y represión
gubernamental en los diferentes países
latinoamericanos. En este sentido, los
trabajos y la responsabilidad de los
científicos sociales sobre la situación de los
derechos de los pueblos indígenas siguen
siendo necesarios, siempre y cuando
enfaticen la necesidad de un diálogo sincero
con las comunidades indígenas.
Palabras clave: Declaración de Barbados,
Antropología, Pueblos Indígenas, Políticas
Indigenistas, América Latina
Abstract
This work examines the lasting repercussions

of the three “Declarations of Barbados”
issued in 1971, 1977, and 1995 regarding the
situation of indigenous peoples in Latin
America. Over more than 50 years, these
declarations challenged not only academic
conventions but also dismantled ethnocidal
discourses propagated by the integrationist
indigenism of the region’s governments.
George Grünberg, one of the main organizers
of the symposia, highlights that Barbados
brought an end to the doctrine of indigenism
institutionalized by the American states.
Currently, although racist positions persist,
Latin American political leaders avoid using
an integrationist language that prevailed in
the 20th century. The Barbados meetings
provided theoretical input for indigenous
organizations to channel their claims,
especially regarding the demand for land and
territory, self­determination, and cultural
preservation. This essay examines the
documents emanating from these Barbados
meetings, emphasizing their paradigmatic
shift and impact on political forums. It
reveals current tensions in the ongoing
indigenous struggles for survival and points
to the persistence of structural oppression and
government repression in different Latin
American countries. In this sense, the work
and responsibility of social scientists
regarding the situation of indigenous peoples’
rights remain necessary, provided they
emphasize the need for genuine dialogue
with indigenous communities.
Keywords: Barbados Declaration,
Anthropology, Indigenous Peoples,
Indigenist policies, América Latina

Resumo
Este trabalho analisa as repercussões
duradouras das três “Declarações de
Barbados” emitidas em 1971, 1977 e 1995
sobre a situação dos povos indígenas na
América Latina. Ao longo de mais de 50
anos, estas declarações desafiaram não só as
convenções académicas, mas também

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desmantelaram os discursos etnocidas
difundidos pelo indigenismo integracionista
dos governos da região. George Grünberg,
um dos principais organizadores dos
simpósios, destaca que Barbados pôs fim à
doutrina do indigenismo institucionalizada
pelos Estados Americanos. Atualmente,
embora persistam posições racistas, os líderes
políticos latino­americanos evitam usar a
linguagem integracionista que predominou
no século XX.
As reuniões de Barbados forneceram
subsídios teóricos para que as organizações
indígenas canalizassem as suas
reivindicações, especialmente em torno da
demanda por terras e territórios,
autodeterminação e preservação cultural.
Este ensaio pretende examinar os
documentos emanados dessas reuniões de
Barbados, destacando a sua mudança
paradigmática e o seu impacto nos fóruns
políticos. Revela as tensões atuais nas
constantes lutas indígenas pela sua
sobrevivência e aponta a persistência da
opressão estrutural e da repressão
governamental em diferentes países latino­
americanos. Neste sentido, o trabalho e a
responsabilidade dos cientistas sociais sobre
a situação dos direitos dos povos indígenas
continuam a ser necessários, desde que
enfatizem a necessidade de um diálogo
sincero com as comunidades indígenas.
Palavras­chave: Declaração de Barbados,
Antropologia, Povos Indígenas, Políticas
Indígenas, América Latina

Introducción
“Desde su origen la Antropología ha sido
instrumento de la dominación colonial;
ha racionalizado y justificado en
términos académicos, abierta o
subrepticiamente, la situación de
dominio de unos pueblos sobre otros, y
ha adoptado conocimientos y técnicas de
acción que sirven para mantener,
reforzar o disfrazar la relación colonial.”

(Declaración de Barbados I, 2019
[1971])

De una manera lacerante, el conocido
documento “Declaración de Barbados: Por la
liberación del indígena” de 1971, puso en
cuestión a la Antropología y a los
antropólogos obligándolos a tomar una
determinada posición frente a la penosa
situación de los pueblos indígenas de
América Latina. Lo afirmado para los
antropólogos bien se puede hacer extensivo
a todos los científicos sociales que de una u
otra manera tienen que ver con las situaciones
de conflicto que se dan entre los pueblos
indígenas y otros grupos sociales con los
cuales interactúan.
A 52 años de la aparición de esa Declaración,
basta recorrer las noticias de los últimos años
y considerar los cambios políticos y sociales
que se operan en la región para concluir que
la situación de los pueblos indígenas no ha
cambiado sustancialmente respecto a aquella
que denunciaba el documento en cuestión. En
efecto, las actuales luchas de los Mapuches
en Argentina y Chile, las inagotables luchas
de los indígenas por el agua en Perú, Bolivia,
Honduras y otros países, los luctuosos
enfrentamientos de los pueblos amazónicos
por conservar sus territorios contra el
avasallamiento de mineros auríferos, las
fuerzas represivas en Brasil, Perú, Colombia
y Bolivia, la persistencia por reconquistar y
ejercer la autodeterminación indígena en
Centro América, los asesinatos selectivos de
líderes indígenas en Colombia, Guatemala,
Honduras o Paraguay, y la persistencia de
ideas asimilacionistas en las políticas de
estado en toda América Latina, solo son
algunos ejemplos que muestran la grave
situación de vulnerabilidad en que se
encuentran actualmente los pueblos
indígenas que habitan en los países
latinoamericanos. Por si fuera poco, muchos
líderes políticos que asumen el gobierno de
sus países, además de mostrar un

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Año 15, nº 29, diciembre 2023CON ciencias Sociales

desconocimiento desconcertante sobre la
realidad de los pueblos indígenas,
frecuentemente reivindican ideologías
claramente indigenistas, racistas y etnocidas.
En tal virtud, vale la pena releer los
documentos de Barbados, especialmente
aquellos cuestionamientos y tareas anotadas
tanto para los antropólogos como para los
Estados y las iglesias.
Dostal (1975, p.9) en la breve “Einführung”
(Introducción) a la versión alemana de “La
situación indígena en América del Sur.
Aportes al estudio de la fricción interétnica
en los indios no­andinos”, recuerda que la
Resolución de Gotinga (Göttinger
Resolution)1 sirvió de estímulo para organizar
el simposio de Barbados. Este documento
consideraba que el antropólogo debe estar
comprometido con la “liberación del indio”
e interpelaba la tradicional postura de los
etnólogos de mantener una mirada “objetiva”
y no inmiscuirse en los asuntos de su “objeto
de estudio”. En este ensayo argumentamos
que las declaraciones de Barbados en 1971,
1977 y 1995, representaron un punto de
inflexión en cómo se discutía la situación de
los pueblos indígenas en la academia, así
como en las iglesias y en los Estados. El
llamado a la liberación de los pueblos
indígenas presentado por las declaraciones
cuestionó lo que en ese momento eran los
enfoques y discursos dominantes hacia las
luchas, vidas y visiones futuras de los
pueblos indígenas. Bajo el así llamado
‘indigenismo’, la mayoría de los países
latinoamericanos estaban implementando
políticas con el objetivo de integrar a los
pueblos indígenas en las sociedades
nacionales. El indigenismo como ideología

surge como respuesta al llamado ‘problema
indígena’, que veía la ‘solución’ en ‘integrar’
las culturas indígenas en los Estados
‘nacionales’, proponiendo la conservación de
la ‘esencia’ de las culturas indígenas, pero
asimiladas en los sistemas políticos y
económicos.
Responder las interrogantes acerca del rol de
los científicos sociales supone realizar una
atenta relectura de los mencionados
documentos, pero también conviene tener
una clara visión de las coyunturas que
atraviesan los indígenas del continente. En tal
virtud, la primera parte de este artículo está
dedicada a sondear la problemática que hoy
atraviesan los pueblos indígenas, tanto bajo
regímenes de derecha como de izquierda. La
segunda parte está dedicada a la
consideración de las declaraciones de
Barbados I, II y III, junto a la situación que
atravesaban en esos momentos los indígenas
en América Latina. La tercera parte ausculta
los entretelones del indigenismo por
considerarse clave para entender los
documentos de Barbados y todo el
movimiento que se desencadenó a partir de
ellos y/o contemporáneamente a ellos.
Finalmente, la última parte está dedicada a
las conclusiones para puntualizar los logros
y desafíos que asumieron los científicos
sociales del Grupo Barbados.

2. Luchas Indígenas en América Latina
A pocas horas de ser posesionado el
expresidente de Brasil (enero 2019), Jair
Bolsonaro anunció el decreto que dio la tarea
de certificar la protección de los territorios
indígenas al Ministerio de Agricultura, cuya
titular estaba identificada con los intereses de
los terratenientes (Londoño, 2019). De esta
manera dio el primer paso para cumplir su
promesa de campaña que, de ser elegido, “no
habrá ni un centímetro más de tierras

1 Los miembros de la Asociación Alemana de Antropólogos,
reunidos en la ciudad de Gotinga todavía al calor de las
revueltas estudiantiles de 1968 que removieron los cimientos
del mundo académico a escala planetaria, sintieron la
necesidad de dar respuestas coherentes a los serios
cuestionamientos planteados en las calles por los estudiantes.
La demanda de una educación antiautoritaria junto a la
exigencia de una sociedad más igualitaria enmarcó la
propuesta de una formación antropológica de carácter
socialista (Braukämper, 2002).

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indígenas” (Watson, 2018). Muchos
interpretaron esta determinación
gubernamental como una verdadera
declaración de guerra a los indígenas
(Camargo, 2019). En respuesta, estos
convocaron a la campaña “Sangue Indigena:
Nenhuma gota a mais”, también conocida
como “Janeiro Vermelho” o Enero Rojo. Se
llevaron a cabo diversas actividades y una
gran manifestación internacional en 2019
dentro del marco de esta campaña. Esta
campaña tuvo por objeto llamar la atención
de las sociedades sobre los derechos
indígenas que corrían peligro bajo el régimen
bolsonarista y explicitar la voluntad de los
pueblos indígenas de luchar por sus derechos
y sobrevivencia.
Más allá del carácter mediático que alcanzó
esta campaña de los indígenas brasileros con
el apoyo solidario de innumerables
organizaciones y personalidades de todo el
mundo, lo fundamental de las luchas
indígenas es la defensa los espacios (tierra y
territorio), que es constantemente avasallados
por intereses de lucro. En efecto, a defensa
de los amplios territorios indígenas incluyen
básicamente el resguardo de los recursos
naturales. Una disputa que hasta el presente
sigue cobrándose vidas, como ilustra el caso
de Berta Cáceres en Honduras o de los
muertos en Perú, en junio de 2009.
Entre los casos de violencia ejercida contra
indígenas que defienden o reclaman sus
territorios y que aún se mantienen frescas en
la memoria popular, se encuentra la masacre
de Bagua en Perú. El 5 de junio de 2009, la
feroz represión de las fuerzas del orden del
Perú dejó un saldo de 33 muertos. Los
indígenas (en su mayoría de las etnias
awajun) protestaban por el conjunto de
decretos que permitían el avasallamiento de
sus tierras por empresas transnacionales que
querían explotar petróleo sin tomar en cuenta

que se trataba de zonas protegidas
legalmente. La socióloga Maristella Svampa
(2009) se muestra convencida de que esta
masacre no solamente mostraba el racismo y
la discriminación de que son objeto los
pueblos indígenas, sino especialmente el
interés de los gobiernos de disponer de los
recursos naturales de los territorios indígenas.
Además, concluye, que esta tendencia
desarrollista, basada en el extractivismo más
primario, es tanto de gobiernos de derecha
como de izquierda, pues, “la expansión de las
fronteras llevada a cabo por los capitales
transnacionales, en nombre de un supuesto
desarrollo, no es privilegio exclusivo de
gobiernos neoliberales o fuertemente
conservadores” (Svampa, 2009), sino
también de regímenes como los de Chile,
Bolivia o México que se atribuyen un perfil
progresista o de izquierda.
La defensa de los territorios indígenas va
estrechamente vinculada a la lucha por los
recursos naturales como el agua de los ríos,
los lagos y lagunas, los bosques naturales y
toda la biodiversidad que se encuentra en
ellos. A menudo, los Estados, a la hora de dar
concesiones de territorios a terratenientes o a
empresas mineras u otros particulares, no se
preocupan por la conservación y protección
de estos recursos, que son vitales para la vida
y reproducción de los pueblos indígenas. Las
batallas son titánicas, no obstante, los
indígenas aceptan el reto, aunque saben muy
bien que, en esta confrontación desigual, el
riesgo de perder la vida es muy grande. El
caso de Berta Cáceres de Honduras ilustra
muy bien esas valerosas luchas por un
recurso vital, como es el agua. Esta lideresa
del pueblo lenca de Honduras, conocida
como la “activista que torció la mano al
Banco Mundial y a China” (Martins, 2016),
fue asesinada en la madrugada del 3 de marzo
de 2016, según la justicia hondureña, por

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Año 15, nº 29, diciembre 2023CON ciencias Sociales

unos sicarios contratados por la compañía
DESA en retribución a las pérdidas financiera
que ocasionó su activismo (Front Line
Defenders, 2016). Ella encabezó una
campaña que evitó la construcción de una
represa de Agua Zarca (al noroeste del país),
que hubiera significado no solamente el uso
de las aguas del Río Gualcarque, considerado
sagrado para el pueblo lenca, sino también el
desplazamiento de numerosas comunidades
indígenas y el despojo de sus tierras
(Méndez, 2018). Sin duda alguna, su
asesinato ha merecido la atención mundial y
la ONU la reconoció póstumamente con el
premio “Campeones de la Tierra” 2016 (Ecu
Red, 2017).
A decir verdad, la defensa de los recursos
naturales, especialmente de los recursos
hídricos, tiende a convertirse en uno de los
más importantes frentes de lucha de los
pueblos indígenas latinoamericanos. Otro
caso ejemplar es el de Máxima Acuña,
quechua, de la región de Cajamarca, Perú.
Ella enfrentó a la poderosa empresa
transnacional Minera Yanacocha S.R.L., que
intentó despojarla de sus tierras para usar el
agua de las lagunas que se encuentran en la
región (Gutiérrez et al., 2016).
En Bolivia, las empresas mineras también se
han constituido en grandes depredadores de
los recursos hídricos. Consumen enormes
volúmenes del agua destinada al riego y el
consumo de los pueblos y comunidades y, por
si fuera poco, contaminan los ríos y fuentes
poniendo en serio riesgo la vida que se
desarrolla en su entorno. Frecuentemente, los
ríos son convertidos en vías para “transportar
sedimentos cargados de metales pesados,
copajira, residuos sólidos y químicos y aguas
residuales. El agua del río ya no es apta para
el riego, ni mucho menos para el consumo
humano” (Perreault, 2014, p. 101). El caso
más dramático de las últimas décadas

representa la práctica “desaparición” del lago
Poopó, cuyas aguas albergaban abundantes
peces y vegetales que eran aprovechados por
los pueblos indígenas circundantes,
especialmente los urus y chipayas (Andreucci
& Gruberg Cazón, 2015, p. 45­71). El
cambio climático ha acelerado el ciclo de
evaporación de las aguas de este lago, pero la
explotación minera se ha encargado de
contaminar letalmente las aguas que en un
pasado no muy remoto fueron fuente de vida.
Ya Zabaleta y Bremer (2006, p. 2) alertaban
de las grandes concentraciones de minerales
pesados dañinos a la salud encontrados en el
lago, como el plomo, estaño y otros. Como
resultado de la desaparición del Poopó, los
uru­chipayas, pueblos fundamentalmente
pescadores y cazadores, se están viendo
obligados a migrar a las ciudades y cambiar
sus formas de vida.
Durante las últimas décadas, la
contaminación de las aguas fluviales se ha
incrementado significativamente también en
la Amazonía boliviana, con la intensificación
de la explotación de oro. La presencia de
sustancias tóxicas, como el mercurio,
arsénico y otros metales usados en la
explotación aurífera, han alcanzado niveles
sumamente preocupantes especialmente en
los ríos de la cuenca amazónica, con lo cual
la población de muchas comunidades
indígenas corren alto riesgo de padecer
enfermedades y muerte, pues, la cantidad de
esos metales en el organismo de las personas
sobrepasan los límites aceptables2, tal como
refleja el particular estudio realizado por la
Central de Pueblos Indígenas de La Paz
(CPILAP), el cual concluye que los “pueblos
indígenas más afectados, con los niveles más
altos de mercurio, son los Ese Ejja y los
Tsimane’ (con una media de 6.9 y 6.8 ppm de

2 La OMS, según el equipo técnico que llevó a cabo el estudio
de CPILAB, establece en 2 ppm de mercurio en el pelo como
el umbral de concentración permitido (CPILAP, 2023, p. 5).

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mercurio en cabello, respectivamente),
pueblos que tradicionalmente dependen, más
que otros, del consumo de pescado para la
provisión de proteínas en su dieta diaria. ”
(CPILAP, 2023, p. 12).
Basten estos casos para ilustrar la situación
actual de los pueblos indígenas de América
Latina, para quienes la lucha por la tierra va
de la mano con las luchas por la preservación
y protección del agua, los bosques y toda la
biodiversidad presente en sus territorios. Los
poderes estatales, paradójicamente los
llamados a preservarlos, los descuidan o
ignoran por completo, pues son los
funcionarios estatales quienes otorgan las
concesiones tanto a empresas mineras como
a propietarios de tierras. A pesar de las
adversidades en su contra, no cabe duda de
que las luchas de los pueblos indígenas son
batallas en defensa de su existencia como
pueblo, con sus propias creencias, formas de
ser y conocimiento del mundo (Méndez,
2018), tal como los documentos de Barbados
advirtieron en su momento.

3. Resistencia y Desafíos desde los
Simposios de Barbados.
En el marco de las crecientes confrontaciones
entre las ideologías capitalistas y socialistas
de la Guerra Fría, las últimas tres décadas del
siglo XX estuvieron marcadas por las luchas
por la descolonización en África y Asia; las
protestas estudiantiles en toda Europa y
América del Norte; y el surgimiento de
diversas organizaciones guerrilleras en todo
el mundo. En América Latina, el éxito de la
Revolución Cubana inspiró a innumerables
organizaciones populares a empuñar las
armas para llevar a cabo la tan esperada
transformación social y poner fin a los
sistemas capitalistas y coloniales de
explotación. Sin embargo, la derrota de la
guerrilla de Che en Bolivia, junto con otros

fracasos igualmente devastadores de
movimientos revolucionarios en Perú,
Colombia y Venezuela, contribuyó a
consolidar el statu quo y el capitalismo como
la ideología dominante en todo el continente.
Entre los sectores más afectados por estas
luchas ideológicas se encontraban muchas
comunidades indígenas, que a menudo se
hallaban en medio del fuego cruzado tanto de
las fuerzas gubernamentales como de las
organizaciones guerrilleras. Impulsados por
la idea de que los ‘indígenas’ eran incapaces
de gobernarse a sí mismos porque se les
consideraba reactivos y pasivos en el mejor
de los casos, viviendo en la premodernidad,
tanto las fuerzas políticas de izquierda como
de derecha los veían como ‘lugares de
intervención’. Fueron identificados como
sectores de la sociedad que necesitaban ser
‘desarrollados’ y ‘modernizados’, para
formar parte de la sociedad ‘nacional’ o para
unirse a la clase revolucionaria.
Desde la perspectiva de los Estados
nacionales, los indígenas han sido “vistos”
como un obstáculo para el progreso, por lo
cual, los gobiernos estatales, si no
propugnaban su desaparición como efecto de
la evolución natural (darwinismo social),
aplicaban programas “indigenistas” de
integración, según las cuales, los indígenas
deberían ser incorporadas a las sociedades
nacionales (especialmente a la economía de
mercado) para que, dejando de ser indios,
fortalezcan la identidad mestiza resultante del
“encuentro” de las dos civilizaciones iniciado
en 1492 (De La Cadena, 2008). La expansión
del modelo capitalista en la región (que se
tradujo en una ampliación de la frontera
agrícola, un aumento de la explotación
minera y la extracción del caucho y la
madera) y el auge de la Guerra Fría, solo
agudizaron las situaciones de conflicto entre
los pueblos indígenas y las sociedades

50
Año 15, nº 29, diciembre 2023CON ciencias Sociales

nacionales. Los gobiernos, ya sean de
izquierda o de derecha, se veían a sí mismos
en la ‘obligación’ de gobernar y liderar a los
‘indígenas’ en sus proyectos de una sociedad
‘nacional’.
Como concluye Cruz Rodríguez (2012,75),
la integración y con ella la transformación
social y cultural de las poblaciones indígenas
se percibían por las élites liberales a
principios del siglo XX, en otras palabras, el
indígena y su cultura “debía desaparecer para
asimilarse a las formas de vida mestizas y
dominantes.” Estas actitudes paternalistas e
integracionistas fueron justificadas por las
élites dominantes (no indígenas) a través de
la ‘tesis del impacto fatal’, que afirmaba que
“las culturas indígenas no podían resistir ni
competir con la sofisticación de la
civilización europea: tenían que morir o
transformarse en versiones sustitutas de la
cultura conquistadora”3 (Shilliam, 2015, p.
7). El primer Congreso Indigenista
Interamericano de 1940 en Pátzcuaro,
México, fue instrumentalizado para la
difusión de estas políticas integracionistas y
asimilacionistas (Barre, 1985, p. 35), frente a
las cuales, los pueblos indígenas
desarrollaron diversas estrategias de
resistencia para preservar las condiciones
mínimas de supervivencia, lo que a menudo
resultó en enfrentamientos violentos.
Las tensiones emergentes de la interacción de
indígenas y no indígenas en las sociedades
nacionales fueron observadas por
reconocidos investigadores que, como
Cardoso de Oliveira (2021 [1963]) acuñaron
creativas expresiones como la de “fricción
interétnica” para describir la realidad de los
indígenas en su relación con el resto de la
sociedad y, en lo fundamental, se podía decir
que “la existencia de uno tiende a negar la del
otro” (Cardoso de Oliveira, 2021, p. 10).

Para profundizar en estas reflexiones se
convocó al ‘Simposio sobre las fricciones
interétnicas en Sudamérica fuera de la región
andina,’ a realizarse en enero de 1971. Georg
Grünberg (2005), principal organizador de
este simposio, recuerda que el objetivo era
reunir a un grupo de destacados etnólogos
latinoamericanos para discutir la situación de
los pueblos indígenas y el papel que la
antropología debería/desea desempeñar en
esto. Con el apoyo del recién creado
departamento de etnología de la Universidad
de Berna, Suiza, y con la ayuda del angoleño
José Chipenda, entonces jefe del Programa
de Lucha contra el Racismo y la Comisión de
Asuntos Internacionales del Consejo Mundial
de Iglesias, el simposio se organizó en
Barbados. Según Grünberg, la elección de la
Universidad de las Indias Occidentales en
Bridgetown (Barbados) como sede, se hizo
principalmente por diferentes
consideraciones de seguridad. Barbados era
ideal, ya que estaba tanto “[l]ejos de los
países afectados, pero geográficamente cerca
de América del Sur”4 (Grünberg, 2005, p.
25).
Los resultados del simposio señalado, fueron
publicados ese año en un volumen editado
por Grünberg (2019 [1971]) bajo el título:
“La situación del indígena en América del
Sur: Aportes al estudio de la fricción inter­
étnica en los indios no­andinos.”5 Pero más
allá de las ponencias, es la declaración final,
conocida como la ‘Declaración de Barbados:
Por la liberación del indio’6 (Declaración de

3 Traducción de los autores.

4 Traducción de los autores.
5 Como nos explican Grünberg y Varese en el prefacio de la
reedición publicada en 2019, la obra “fue quemada
públicamente por la policía de la dictadura militar de
Uruguay como un documento subversivo[.]” (Grünberg &
Varese, 2019: ii)

6 El documento fue firmado por Miguel Alberto Bartolomé,
Guillermo Bonfil Batalla, Víctor Daniel Bonilla, Gonzalo
Castillo Cárdenas, Miguel Chase Sardi, Georg Grünberg,
Nelly Arvelo de Jiménez, Esteban Emilio Mosonyi, Darcy
Ribeiro, Scott S. Robinson y Stefano Varese. Para
simplificar la presentación y evitar confusiones el
documento será referenciado como (Declarción de Barbados
I, 2019).

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 51

Barbados I, 2019 [1971]) la que ha recibido
la mayor atención tanto en círculos
académicos como políticos.
De manera contundente, la declaración
sostiene que: “Los indígenas de América
continúan sujetos a una relación colonial de
dominio que tuvo su origen en el momento
de la conquista y que no se ha roto en el seno
de las sociedades nacionales” (Declaración
de Barbados I, 2019, p. 499), y resalta la
situación precaria y marginalizada en la que
se encontraban los pueblos indígenas en toda
la región. El documento denuncia las “[…]
agresiones reiteradas a las sociedades y
culturas aborígenes, tanto a través de
acciones intervencionistas supuestamente
protectoras, como en los casos extremos de
matanzas y desplazamientos compulsivos”
(Declaración de Barbados I, 2019, p. 500). El
documento denuncia también que los
Estados, las misiones religiosas y los
antropólogos, no solo son cómplices de los
ataques violentos y sistemáticos contra los
pueblos indígenas y su bienestar cultural y
físico, sino que también comparten la
responsabilidad de las atrocidades cometidas
en nombre del ‘progreso,’ ‘desarrollo,’
‘modernidad’ y el indigenismo. De esta
forma, el documento presentó, para su
tiempo, una crítica fuerte y radical en contra
del statu quo, obligando a repensar el rol y la
responsabilidad del antropólogo, las ciencias
sociales, el Estado y la Iglesia.
El documento, junto con las ponencias del
simposio, demuestran cómo la ideología
indigenista permite la justificación de
políticas en contra de poblaciones indígenas
ejercidas por los gobiernos de la región
(Grünberg, 2019). En consecuencia, destaca
la necesidad de adoptar una posición que
denuncie tal ideología y propugne la
‘liberación de los pueblos indígenas’. Para
los autores de la Declaración, no cabe duda

de que son los pueblos indígenas y sus
organizaciones quienes deben liderar la
lucha, como escriben en su conclusión: “Es
necesario tener presente que la liberación de
las poblaciones indígenas o se realiza por
ellas mismas, o no es liberación”
(Declaración de Barbados I, 2019, p. 507).
Las iglesias, los gobiernos y los científicos
sociales involucrados en diferentes
programas gubernamentales respondieron
rápidamente a las observaciones y
conclusiones alcanzadas por el grupo de
Barbados, es decir, como recordó Grünberg,
la Declaración provocó diferentes respuestas
de parte de las instituciones y grupos
aludidos. Algunas, como la Iglesia Católica,
reconocieron las implicaciones de sus
acciones, sin embargo, muchas otras se
empecinaron en desacreditar los hallazgos
del simposio. Por ejemplo, Brasil, Argentina
y Paraguay emitieron prohibiciones de viaje
y atacaron a los participantes como
“comunistas instigadores de indígenas”7
(Grünberg, 2005, p. 27). Por su parte, en el
ámbito académico, particularmente en
México, la Declaración provocó un largo y
profundo debate entre científicos, sociales,
activistas y políticos; unos defendiendo el
viejo indigenismo y, otros, proclamando la
definitiva liberación del indio planteado por
los llamados “barbadeños” (Grünberg, 2021,
p. 49).
Seis años después, tuvo lugar el segundo
simposio en la misma Universidad de
Bridgetown, con los mismos patrocinadores,
pero esta vez la mayoría de los participantes
fueron representantes indígenas de todas las
Américas que se unieron al grupo de
antropólogos del primer simposio. Esto
añadió una nueva dinámica y perspectiva a la
discusión. De acuerdo con Bonfil Batalla et
al. (1977, 110), el segundo simposio presentó

7 Traducción de los autores.

52
Año 15, nº 29, diciembre 2023CON ciencias Sociales

un cambio trascendental en tono y formato,
principalmente porque “[e]l contenido y la
organización de esta Declaración fueron
definidos por los dirigentes indígenas; son
ellos quienes hacen el llamado al pueblo
indio del continente.” Del 18 al 28 de julio de
1977, el centro del debate fue el análisis de
los movimientos indígenas que se
multiplicaron después del primer simposio en
toda América Latina.
Mientras que la primera declaración buscaba
denunciar y evidenciar las estructuras y
posiciones coloniales dentro del Estado, la
Iglesia y las Ciencias Sociales, la segunda
declaración desde un principio estaba dirigida
a los “hermanos y hermanas indígenas”, a sus
pares y sus aliados (Declaración de Barbados
II, 1977). El documento hace una importante
distinción conceptual al diferenciar entre la
‘dominación física y cultural’ sufrida por los
pueblos indígenas, resaltando la importancia
de entender la complejidad y diversidad no
solo de pueblos y culturas, sino también las
diferencias de dominación y colonización a
las que se enfrentan los diferentes pueblos. El
documento busca delinear diferentes
estrategias e instrumentos que permitan una
mayor cooperación entre las poblaciones
indígenas como base de una lucha
convincente por su liberación.
El Tercer Simposio del Grupo Barbados tuvo
lugar en diciembre de 1993 en Río de Janeiro,
Brasil. La Tercera Declaración de Barbados
denunció la persistencia de la dominación y
explotación de muchas comunidades
indígenas en todo el continente. Así mismo,
denunció la globalización y su falsa promesa
de igualdad y tolerancia cultural; criticó
duramente el auge del neoliberalismo y sus
tendencias individualizadoras y concluyó
denunciando los vicios del clientelismo
político y la complicidad de los gobiernos

con los intereses de los capitales
transnacionales:

Hoy en día se han acrecentado las
fuerzas que dominan las regiones de
mayor biodiversidad. Se han abierto
territorios, antes exclusivos de los
pueblos indios, para la expansión
colonizadora con el fin de apropiarse de
las enormes reservas naturales —
petróleo, minas, bosques, fuentes
hidrológicas— en las áreas tropicales.
(Declaración de Barbados III, 1995, p.
20)

El documento reitera la necesidad de afirmar
el derecho a la autodeterminación de los
pueblos indígenas y, con ello, el llamado al
respeto por sus propias formas de gobierno,
así como el control sobre sus territorios y sus
recursos naturales.
Los tres simposios fueron poderosos
instrumentos para llevar al centro de los
debates académicos y políticos la necesidad
de repensar las representaciones dominantes
y coloniales de la indigeneidad como pueblos
incapaces, inherentemente pasivos,
premodernos, esencialmente ‘sujetos a ser
asimilados, desarrollados y modernizados’.
Además, las discusiones lanzadas alrededor
de los simposios han revelado fuertemente
cómo la pretendida homogeneización,
proclamada por el indigenismo, primero, y
luego por la globalización, es inherentemente
incompatible con el derecho a la propia
cultura (idioma, símbolos, conocimiento,
etc.) y afecta directamente a los usos y
costumbres de cada comunidad. No es
casualidad que los llamados “Barbadeños”
centraran gran parte de sus críticas,
identificando y denunciando el indigenismo
prevalente en el mundo académico, como
también en los diferentes regímenes de
América Latina. Debido a la importancia de
esta ideología, se hace ineludible examinar
más detenidamente el indigenismo.

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4. Indigenismo: Una crítica desde las
declaraciones de Barbados
Marie­Chantal Barre (1985, 8) afirma
categóricamente que “el indigenismo es una
ideología de los no indios”. En un sentido
amplio, podemos decir que la preocupación
o interés por las tradiciones, culturas y
demandas de los pueblos indígenas por parte
de personas no indígenas, ha recibido la
etiqueta de indigenismo. Esta preocupación
se remonta a los primeros años de la
Conquista Española, cuando personas
religiosas como Bartolomé de las Casas
abogaban por el bienestar de los ‘indios’ y
luchaban por poner fin a los abusos de los
administradores coloniales en los territorios
recién adquiridos. En tiempos
contemporáneos, el interés por los ‘indios’ se
ha manifestado primero en la literatura y el
arte, y más tarde en la política (Sanjinés,
2004). Los indigenistas, al tiempo que
condenaban las condiciones de vida
miserables e injustas (apología a favor del
indio), encontraron su fuente de inspiración
en el indio y se preocuparon por resaltar los
valores, la cultura y la historia precolonial de
las poblaciones indígenas (una especie de
idealización romántica). Así, perpetuando la
idea de los pueblos indígenas como víctimas
pasivas del colonialismo y la modernidad,
crean la falsa concepción de que los indios
solamente pueden ser salvados por
intelectuales (urbanos) ‘ilustrados’ y
‘socialmente conscientes,’ dando, de esta
manera, continuidad al colonialismo interno.
En este sentido, el indigenismo como
ideología surge como respuesta al llamado
‘problema indígena,’ una cuestión que ha
ocupado la atención de las élites políticas e
intelectuales, especialmente durante el siglo
XX. Históricamente, las élites aristocráticas
y los pensadores conservadores creían que la
solución a este ‘problema’ vendría por sí sola.

Inspirados en el razonamiento evolutivo del
“darwinismo social”, donde las culturas más
fuertes sobreviven y las más débiles
desaparecen, sugerían que esto significaba
sin duda la extinción de las colectividades
indígenas. Por otro lado, los defensores del
indigenismo veían la solución en “integrarlas
[a las poblaciones indígenas] a la
nacionalidad correspondiente” (Marroquin,
1972, como se citó en Barre, 1985, p. 34). Es
decir, el Estado intentaba ‘integrar’ las
culturas indígenas en un panteón ‘nacional’
común, proponiendo la conservación de la
‘esencia’ de las culturas indígenas pero
asimiladas a los sistemas políticos y
económicos establecidos. En otras palabras,
como principio normativo

el indigenismo latino­americano
reconoce la existencia del pluralismo
étnico y la necesidad consecuente de
políticas especiales para los pueblos
indígenas. Estas políticas deben ser
protectoras, porque se entiende al indio
‘como un individuo, económica y
socialmente débil’; deben tender hacia la
incorporación integral de los indígenas
en la vida nacional de cada país; y deben,
simultáneamente, garantizar la
permanencia y estimular el desarrollo de
los aspectos de las culturas indias que
sean ‘positivos’ (Bonfil Batalla, 1980, p.
15).

El indigenismo, según la definición de Bonfil
Batalla y Barre, tiene un carácter altamente
paternalista y, aunque reconoce formalmente
la necesidad de mantener y promover las
diferentes culturas indígenas en sus
particularidades y destaca la importancia de
las lenguas nativas, también establece límites
claros y solo acepta esa diversidad siempre
que se manifieste dentro del marco
establecido por la ‘cultura nacional común.’
En suma, reafirma que son las culturas
indígenas las que deben adaptarse y
transformarse, estableciendo así una jerarquía

54
Año 15, nº 29, diciembre 2023CON ciencias Sociales

clara donde el español y el mestizo se
posicionan como más sofisticados y
avanzados (Barre, 1985, p. 38).
Gran parte de las críticas dirigidas al
indigenismo surgen en rechazo a sus
premisas integracionistas y a la idea que
existen dos sociedades separadas,
incompatibles y desiguales, donde la más
débil debe integrarse en la que se considera
más fuerte. De esta manera, naturaliza las
condiciones de dominación al proponer un
proceso unidireccional aparentemente simple
para ‘resolver’ el ‘problema indígena.’ El
deseado ‘cambio social’ significa la
aculturación de los grupos más débiles, que
deben ser persuadidos de las ventajas del
progreso, la modernidad y el capitalismo.
Como han mostrado las discusiones en
Barbados, el indigenismo representa la
continuidad de una situación colonial, donde
los indígenas fueron obligados a integrarse en
una nueva realidad impuesta por los
conquistadores, es decir, fueron forzados a
diluirse en un sistema que no tiene relación
con sus propias experiencias o tradiciones y
a acatar nuevas leyes, una nueva religión, un
nuevo idioma, nuevas tecnologías, nuevas
formas de relaciones sociales, en resumen,
una nueva cultura.
Durante el siglo pasado, ni siquiera los
sectores políticos más progresistas lograron
realizar una lectura sobre la realidad indígena
más allá del integracionismo indigenista. Por
lo tanto, no debería sorprender que Bonfil
Batalla (1979, p. 17) observe con agudeza
que

[e]l discurso de la izquierda ortodoxa,
coincidente con la actitud de algunos
gobernantes que eliminan a los indios
por decreto, subsume a los grupos
étnicos dentro de la categoría
“campesinado” a la que, por otro lado,
se le llega a negar cualquier capacidad

revolucionaria propia y se le asigna
como único papel histórico sumarse a, y
luchar por, el programa político del
proletariado”.

En este sentido, no es una exageración decir
que la política indigenista es el aparato
ideológico del Estado que trata de reproducir
las condiciones del colonialismo en un
contexto de desarrollo capitalista. De esta
manera, “la sociedad moderna ‘nacional,’ la
de las clases dominantes, se nutre del
colonialismo interno para favorecer la
expansión del capitalismo” (Barre, 1985, p.
86). Este aparato ideológico está inscrito en
el horizonte de una lógica evolucionista lineal
de progreso y desarrollo.” En la misma línea,
Varese (1978, p. 38) sostiene que cuando

la política indigenista afirma y actúa con
respecto al desarrollo y a la integración
de las poblaciones indígenas, está
cargando con todo este lastre ideológico,
que incluye desde la visión simplista y
mecanicista de un evolucionismo
cultural vulgar hasta la negación de la
dimensión dialéctica de la realidad
social.

En resumen, el indigenismo ha sido
concebido por no­indígenas para favorecer a
los indígenas, sin tener en cuenta sus
demandas como sujetos soberanos.
Contrariamente, encarna la ideología de las
clases dominantes que busca reafirmar
jerarquías coloniales y normalizar las
estructuras de dominación.

5. Contribuciones de los “barbadeños”
Las declaraciones de Barbados, la primera de
las cuales fue emitida hace más de cincuenta
años atrás, agitaron no solamente las aguas
académicas, sino también, destruyeron las
falsas seguridades nacidas de la
autocontemplación de misioneros religiosos
y funcionarios gubernamentales de los países

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 55

latinoamericanos. Desde la primera reunión,
a lo largo de más de dos décadas, el núcleo
de científicos sociales “comprometidos”
(aunque se tuvo que lamentar el deceso de
alguno), mantuvo vivo el espíritu que los
animó desde un principio, a saber, acompañar
el proceso de liberación de los pueblos
indígenas de América Latina. Uno de los
principales participantes, George Grünberg
(2021, p. 45), asegura que Barbados “acabó
[…] con la doctrina del indigenismo
institucionalizado por todos los Estados
americanos”. En efecto, aunque las élites
dominantes de las sociedades nacionales no
se resignan a abandonar sus posturas racistas
y excluyentes, la mayoría de los líderes
políticos latinoamericanos se abstienen de
usar los argumentos integracionistas que
dominaron durante la primera mitad del siglo
XX en toda la región. Con sobrada razón,
muchos observadores coinciden en que “Fue
con la efervescencia de la década de los 70 el
siglo pasado cuando el movimiento indígena
tomó un nuevo impulso y dejó en claro que
su lucha no podía estar solo en manos de los
Gobiernos nacionales. [...] [y] dejó atrás un
enfoque integracionista y reconoció
finalmente el paradigma de libre
determinación colectiva” (Leiva, 2017).
Sin embargo, las contribuciones más
significativas de las reuniones del Grupo de
Barbados fueron los insumos teóricos que
permitieron a las organizaciones indígenas
canalizar sus reivindicaciones. La demanda
por el territorio como lugar de reproducción,
de vida y de cultura ha sido y sigue siendo
una constante de las luchas indígenas y
aparece en los documentos internacionales
elaborados en las últimas décadas, entre los
que hay que resaltar la Declaración de las
Naciones Unidas sobre los Derechos de los
Pueblos Indígenas aprobada y promulgada
por la Asamblea General de la ONU el 13 de
septiembre de 2007 (ONU, 2007).

De igual manera, el concepto de
autodeterminación ha sido uno de los más
debatidos por los movimientos indígenas y
por los Estados durante las décadas siguientes
a las reuniones de Barbados.8 No es un dato
menor el hecho de que la mencionada
Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas, tardó más
de un cuarto de siglo en su elaboración
debido a que los representantes de los
Estados miembros de la ONU se resistieron
a reconocer el derecho a la autodeterminación
de los pueblos indígenas.
Otro mérito de los documentos estudiados es
haber puesto de relieve las reivindicaciones
culturales de los pueblos indígenas. No es
casual que, desde finales de la década de los
años 70 del siglo XX, los foros nacionales e
internacionales fueran testigos de la presencia
de los líderes indígenas defendiendo la
lengua, la cosmovisión y todas las tradiciones
culturales de sus pueblos, en plena sintonía
con las principales ideas de reivindicación
cultural que aparecen insistentemente en las
tres Declaraciones de Barbados.
Desde la perspectiva del quehacer
académico, para cualquier análisis de los
documentos de Barbados, es crucial resaltar
la persistente orientación hacia un cambio de
paradigma en el estudio de los pueblos
indígenas en el ámbito de las ciencias
sociales. Cabe recordar que, aunque los
análisis de estos problemas ya existían antes
de Barbados, las reuniones destacaron la
urgencia de investigar y comprender a los
actores visibles e invisibles que están tras las
condiciones precarias de los pueblos
indígenas. Las Declaraciones de Barbados
deben contextualizarse dentro de una
reflexión más amplia sobre el colonialismo y
sus legados perdurables, coincidiendo con las

8 En este contexto también se tiene que mencionar el
Convenio Núm. 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y
Tribales de 1989 (OIT, 2009).

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Año 15, nº 29, diciembre 2023CON ciencias Sociales

olas globales de descolonización en Asia y
África, las transformaciones económicas y
sociales ejemplificadas por la Conferencia de
Bandung, y desarrollos académicos como la
aparición de estudios subalternos. Autores
destacados como Albert Memmi (1973
[1957]) y Frantz Fanon (2002 [1961]), entre
otros, contribuyeron significativamente a
introducir una nueva crítica y perspectiva en
la academia. De acuerdo con la evaluación
previa del Indigenismo, las reuniones de
Barbados surgieron como un momento
crucial en la exploración teórica y conceptual
de la opresión, marginación y resistencia
experimentada por los pueblos indígenas en
toda América Latina. Estos encuentros no
solo dieron inicio a un discurso sobre el
impacto duradero del colonialismo y las
dinámicas de poder en el presente, sino que
también enfatizaron la necesidad imperativa
de examinar sus manifestaciones más allá de
la violencia manifiesta y genocida dirigida
hacia los pueblos indígenas.
Los documentos subrayaron la importancia
de diferenciar entre colonialismo interno y
colonialismo externo, ayudando a clarificar
que el colonialismo no es simplemente algo
desde afuera que concierne solo a las
poblaciones indígenas y afro­latinas, sino que
afecta a toda la sociedad. Las relaciones de
dominación colonial se han naturalizado de
tal manera que permean las dinámicas
sociales cotidianas, por lo cual, inclusive
desde la academia, sus diferentes estamentos
participan en su perpetuación y reproducción.
Después de Barbados, académicos y
activistas indígenas destacaron de manera
persistente la necesidad de comprender el
funcionamiento del colonialismo en las
prácticas cotidianas, en las políticas
aparentemente benévolas y en las ideologías
que circulan masivamente en las aulas, en las
calles y en los hogares.

Las Declaraciones de Barbados, surgidas de
las intensas deliberaciones de las reuniones,
proporcionan el marco teórico y conceptual
que guía el discurso sobre los problemas y
derechos indígenas. Propician especialmente
un marco para las de demandas de
autogobierno. Estos documentos ilustran
cómo el poder opera no solo para marginar
físicamente a las comunidades indígenas,
sino también para denigrar sus culturas,
formas de ser y conocer. Demostraron no solo
la necesidad de desarrollar un lenguaje
conceptual que permita mejor captar la
realidad que viven estos pueblos, sino
también las limitaciones del método
científico para comprender las contribuciones
del conocimiento que viene desde los pueblos
indígenas. Las reuniones de Barbados
resaltaron la necesidad de involucrar a las
poblaciones indígenas en los procesos
investigativos tanto para entender su
situación concreta como para entender mejor
los procesos y cambios que la humanidad
experimenta. En América Latina, se puede
ver qué contribuciones como las del llamado
‘Giro Decolonial’ (Castro­Gómez &
Grosfoguel, 2007) o del ‘Giro Ontológico’
(Blaser, 2013; Burman, 2011; de la Cadena
& Blaser, 2018) precisamente buscan incluir
y dar espacio en el debate académico a los
diferentes pueblos indígenas desde sus
propias epístemes.
Los documentos facilitaron también el
reconocimiento y la intensificación de lo que
Fornet­Betancourt (2009, p. 70) define como
la “lucha por la liberación de la diversidad
ocupada, es decir, una lucha muy concreta
entre sujetos (pueblos o individuos) por el
derecho (y el ejercicio real del mismo) a tener
mundo propio, que quiere decir derecho a ser
diferentes no solo en lo “decorativo” sino
también, y, sobre todo, en lo decisivo: su
forma de gobernarse, de hacer economía, de

ISSN 2074­0700 / e­ISSN 2788­8452 57

educar, de comunicarse o defenderse.”
Aprovechando los insumos proporcionados
por los documentos de Barbados, este ensayo
exploró las tensiones entre las iniciativas
políticas y sociales de las luchas indígenas.
El análisis reveló que los mecanismos
estructurales de opresión y marginación que
enfrentan los pueblos indígenas hoy persisten
independientemente de las diferentes
posturas ideológicas que recuerdan a las
décadas de 1970 y 1980. Además, la
oposición sistemática por parte de los
gobiernos a las demandas indígenas de
territorio, autodeterminación y el derecho a
una vida digna, libre de marginación e
intentos de asimilación, subraya la influencia
duradera de las ideas indigenistas en las
actuales políticas gubernamentales.

Conclusión
Las reuniones y declaraciones de Barbados
de 1971, 1977 y 1995, han desempeñado un
papel fundamental en la trayectoria de los
movimientos indígenas y las políticas
nacionales en América Latina. Han
provocado cambios paradigmáticos en las
ciencias sociales y, a lo largo de las décadas
siguientes, estas instancias han catalizado una
mayor visibilidad de los representantes
indígenas tanto en el ámbito académico y,
con más importancia, en los organismos
internacionales, como la ONU y la OIT.
Como se ha visto en este ensayo, el legado de
Barbados ha sido especialmente significativo
por contribuir a la conciencia y defensa de los
derechos fundamentales de los pueblos
indígenas. Estas declaraciones han abogado
por la defensa del territorio, la
autodeterminación, la preservación de la
cultura, las formas de vida y el conocimiento
indígena. Las actuales situaciones de
vulnerabilidad y conflictos que enfrentan los

pueblos indígenas en la región y la
persistencia de ideologías racistas y
etnocidas, como fue el indigenismo durante
el siglo XX, resalta la imperante necesidad
de reafirmar los principios y
cuestionamientos planteados en Barbados.
En el ámbito académico, las declaraciones de
Barbados instigaron un cambio de
paradigma, cuestionando la neutralidad y
objetividad tradicionalmente asociadas a la
investigación antropológica y social. Estas
instancias han inspirado una reflexión crítica
sobre el papel de los científicos sociales, su
compromiso con la liberación indígena y la
necesidad de involucrarse activamente en las
problemáticas de los pueblos indígenas.
En resumen, las reuniones y declaraciones de
Barbados han dejado una marca indeleble en
la historia de los movimientos indígenas, las
ciencias sociales y las políticas nacionales en
América Latina. Han contribuido a la
construcción de una conciencia colectiva
sobre la importancia de respetar y preservar
los derechos y la autonomía de los pueblos
indígenas, marcando un hito en la lucha por
la justicia y la equidad en la región.
Finalmente, parafraseando al promotor de la
Primera Reunión de Barbados, se puede decir
que vale la pena seguir buscando unas
ciencias sociales “construida, paso por paso,
desde un diálogo sincero con las personas
que siguen la lucha liberadora desde sus
comunidades y con los y las colegas
indígenas arraigados en su mundo urbano
actual, pero tratando de salir del marco de
percepción colonialista de los países del
norte.” (Grünberg, 2021, p. 56)


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Fecha de recpeción: 22/septiembre/2023
Fecha de aprobación: 12/diciembre/2023

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Año 15, nº 29, diciembre 2023CON ciencias Sociales